Se levant� muy temprano.
Ya hac�a rato que intentaba decidir qu� se pondr�a
esa ma�ana para ir a la playa. Estaba agitada como cuando era adolescente.
Definitivamente, un bikini peque�o, sin exagerar, y un pareo envolvi�ndola.
Se esforzaba en tener remordimientos por el hecho de ir con un hombre casado
a la playa, buscando una excusa para dejarlo correr, pero no lo consegu�a.
Al fin y al cabo no hab�a pasado ni ten�a que pasar nada.
Cuando lleg� al aparcamiento
�l ya la esperaba. S�lo un beso en la mejilla, todo muy correcto.
Sergi se hab�a ofrecido a llevarla a una peque�a cala, muy
cerca, pera ahorrarse el gent�o. Otra vez esa sensaci�n de
serenidad, de bienestar, mientras �l la iba hablando de intrascendencias.
Se le hizo corto el peque�o paseo hasta la playa.
Pero al llegar se dio cuenta de
d�nde estaba realmente. Hab�a o�do hablar de ello,
pero nunca hab�a ido a una playa nudista. Alarma. Sergi debi�
notarlo, ya que en el �ltimo tramo la cogi� de la mano, de
forma educada pero a la vez firme, como si temiera que se echara atr�s.
�Qu� hac�a?
Sencillamente esperar, extendiendo la toalla. Se sent�, intentando
aparentar tranquilidad, mientras no pod�a dejar de observar de qu�
forma tan despreocupada Sergi se quitaba la ropa y quedaba completamente
desnudo ante ella.
- �No estar�s cortada,
no? - con esa voz... Ahora pod�a contemplarlo de arriba a abajo,
escondida tras el cristal oscuro de las gafas. Le gustaba su torso, sus
piernas, y, s�, su pene, perfecto, como si la hipnotizara... Solt�
un - �No, claro! - justo a tiempo, esperaba para que no se hubiera
dado cuenta. Y ella que hab�a escogido con tanto cuidado qu�
ponerse.
No le quedaba otro remedio. Acab�
el cigarrillo y se levant�. La sangre volv�a a latir en sus
mejillas. Se desnudar�a ahora, ante �l. Se dio la vuelta
y, aparentando toda la calma del mundo, desabroch� el cierre del
sujetador y lo dej� caer. Al guardarlo en la bolsa not� la
excitaci�n temblando en sus manos. Sin darse la vuelta, llev�
sus manos a las caderas y, de un tir�n, se baj� las braguitas
y las dej� en su mano. Desnuda, empez� a darse la vuelta.
Los latidos de su coraz�n se hab�an trasladado a su vientre
y temi� que pudieran o�rse. Vuelta completamente ante �l,
le mir�. Pod�a leer el deseo en sus ojos mientras la repasaba
entera, sin disimulos. - Eres preciosa, M�nica, pero eso ya lo descubr�
ayer.- Y otra vez aquella sonrisa... Esa franqueza hablando de su cuerpo,
su voz... Sent�a de nuevo una extra�a humedad en su vientre.
La situaci�n era salvajemente excitante. Se limit� a sonre�r,
como una colegiala, ruborizada, y se dirigi� al agua a refrescarse.
Nad� hasta una roca cercana
y se dej� caer, dejando que las gotas de agua se deslizasen por
su cuerpo. El sol calentaba cada cent�metro de su cara, de sus senos,
ahora tan duros, los brazos, el vientre, el pubis todav�a h�medo,
como sediento de sexo, los muslos, las rodillas, los tobillos. Era la situaci�n
m�s excitante de su vida. Con un desconocido, los dos desnudos.
Unas salpicaduras la devolvieron a la realidad - Venga, gandula, ven al
agua... - Se vio a s� misma lanz�ndose, como en una pel�cula.
Estuvieron nadando y jugando un
buen rato. M�nica le notaba cada vez m�s cerca y, en ocasiones,
de forma casual, su piel entraba en contacto con la suya. Estaba perdiendo
el control. Cada vez estaba m�s caliente, hasta que not�
su pene, s�lo un momento, desliz�ndose en la parte exterior
de su muslo. Qued� paralizada, pero sigui� jugando. No era
posible que Sergi no hubiera notado el rubor en sus mejillas, pero eso
ya hab�a dejado de importarle. Como no le import� advertir
los sucesivos roces de su miembro, cada vez m�s duro, jugando y
salpic�ndose, hasta que, en un momento, �l le tom�
los brazos desde detr�s y sinti� su pene completamente erecto
entre sus nalgas. Fue demasiado para ella y, en un �ltimo momento
de lucidez, se dio cuenta de lo que estaba haciendo y, apart�ndose,
nad� hacia la arena otra vez.
Sergi la sigui�, lentamente,
hasta reunirse con ella ech�ndose en la toalla. M�nica no
sab�a donde mirar, pero al o�rlo hablar, como si no hubiera
pasado nada, se soseg�.
- Se hace tarde �no? - se
atrevi� a decir. �l le sonri� y, sin dejar de mirarla
a los ojos, le dijo animadamente: - Te invito a comer, M�nica. Te
o debo por la ma�ana que me est�s regalando.- En realidad,
M�nica no pod�a saber si se refer�a al episodio de
antes, en el agua, o no, pero su tono era tan franco que no vio motivo
para negarse. Le encantaba que no hubiera insistido en seguir jugando.
Pero, a la vez, la intranquilizaba que alguien los viera. No por ella,
claro, pero record�, de repente, que �l estaba casado. -
De acuerdo, Sergi, pero podemos comprar algo por el camino y com�rnoslo
en mi casa, �te parece?.- Autom�ticamente se arrepinti�
de haberlo invitado. No dejaba de ser un desconocido pero... � estaba
tan confundida!
La dej� en su casa mientas
iba a comprar algo y a ducharse en su casa. -Si vuelves a salir a la terraza
espera que haya llegado, �vale?- con aquel tono divertidamente malicioso.
Volvi� a sentirse avergonzada, pero tuvo �nimo para espetarle
- Va, pasa, tonto.
Se sent�a realmente nerviosa.
Se ducho r�pidamente para no caer en la tentaci�n de masturbarse
mientras le esperaba. Se quit� de la cabeza la idea de abrir la
puerta envuelta en la toalla del d�a anterior en la terraza. Se
sent�a tan enfebrecida... Se plant� ante el armario intentando
decidir que se pon�a. Una camisa blanca, amplia, sin sujetador,
una falda tambi�n blanca, larga hasta los pies pero muy transparente.
La compr� para llevarla con una combinaci�n debajo, pero
no hoy. Estuvo tentada no ponerse braguitas, pero no se fiaba de que en
su estado Sergi no lo notara. Se le escap� una risa nerviosa. No
quer�a pensar en el que estaba pasando. Hoy era libre, sin ni�os
y sin el cafre de su ex. Ya merec�a unas vacaciones como esas, despu�s
de tantos meses de sufrimiento.
El sonido del timbre la sac�
de sus pensamientos. Se levant� a abrir.
Nina
(POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO)