Relato: Ascensor empinado





Relato: Ascensor empinado


Ascensor Empinado , por Malachi


Hace algunos meses relat� en esta p�gina la aventura que
hab�a tenido en una playa nudista de mi capital, donde por primera vez
experiment� el placer de estar con otro hombre (tal como le�steis en mi relato "")


Al final, Alberto, que as� se llamaba, me su direcci�n y
tel�fono por si me interesaba continuar con mi iniciaci�n.


Pues bien, pasado alg�n tiempo, me decid� a llamarle,
necesitado de repetir la experiencia e incluso mejorarla si se diera el caso.


Cuando lo llam� no me recordaba en principio, pero al
evocarle nuestro encuentro en la playa su voz cambi� de tono y se sorprendi� de
mi llamada.


"Me gustar�a verte otra vez", le coment� suplicante.


�l dudo unos momentos y respondi�: "Si quieres que nos veamos
tendr�s que hacer todo lo que yo te diga, sin rechistar".


Yo en principio no vi problema en ello as� que asent�
r�pidamente.


"Quedaremos esta tarde en una cafeter�a del centro, pero
quiero que lleves la ropa que te voy a enviar por mensajero", sigui� hablando.


Quedamos a las cinco y yo me dispuse a esperar la llegada del
paquete, sin sospechar lo que me tenia preparado para esa tarde.


A las dos horas de hablar con �l lleg� el mensajero con un
voluminoso paquete. Cuando lo abr� me qued� de piedra. En �l hab�a ropa de
mujer, una peluca y una carta con instrucciones que Alberto hab�a redactado para
que yo siguiera al pie de la letra.


Quer�a que me travistiera para acudir a la cita de esa tarde.


Pens� en llamarlo de nuevo y rechazar la propuesta, pero lo
pens� un momento y pens� en lo excitante que podr�a llegar a ser aquel giro en
la situaci�n.


As� que me decid�. Siguiendo sus instrucciones me afeit� bien
la zona de las piernas y el pecho, aunque no hac�a falta dada mi afici�n al
ciclismo, y me maquill� como indicaba en su carta. La ropa que me hab�a
proporcionado era bastante sugerente: unas finas braguitas de encaje blanco que
a duras penas pod�an contener el volumen de mi polla, unas medias transparentes
y un vestido muy corto y que permit�a disimular la falta de pecho con algo de
relleno. Una peluca morena y unos tacones de tama�o medio a los que tuve que
acostumbrarme completaron la transformaci�n. El resultado frente al espejo era
inmejorable, parec�a una verdadera mujer.


La prueba de fuego fue en la calle donde nadie noto nada
anormal e incluso recib� alg�n que otro piropo en una obra cercana.


As� vestido me dirig� hacia el punto de encuentro, ansioso de
experimentar mi nueva personalidad.


Cuando llegue localic� r�pidamente a Alberto apoyado en la
barra de la concurrida cafeter�a. Al parecer llevaba un rato esperando, a juzgar
por los vasos vac�os que le acompa�aban en el mostrador.


Me recibi� con una sonrisa y un beso en la boca. "Estas
espl�ndida", me susurr� al o�do.


"Espero que sea de tu agrado", le indiqu�, iniciando nuestro
particular juego de sumisi�n que a mi tanto me excitaba.


Me indic� una mesa vac�a del fondo y nos sentamos.


"Te he echado de menos desde nuestro encuentro en la playa",
dijo " no veo la hora para comerte a besos, despacito, para que dure m�s..."


Aquella frase me endureci� parcialmente el rabo y Alberto
aprovech� mi turbaci�n para llevar una de mis manos a su entrepierna.


As� pude palpar aquel pedazo de verga que ya hab�a tenido
ocasi�n de probar y el cual ansiaba por volver a revivir dentro de m�.


Comenc� a acariciarle por encima del pantal�n mientras notaba
la considerable dureza que la pieza adquir�a en cuesti�n de segundos.


La situaci�n, en medio de una cafeter�a llena de gente me
pon�a a cien y hacia rato que me polla se hab�a salido por los laterales de las
braguitas que Alberto me mand�.


Se acerc� a mi o�do mientras su mano acariciaba una de mis
piernas, para decir lo que los dos est�bamos pensando hace rato: "Que te parece
si nos vamos a un sitio m�s tranquilo, como mi hotel por ejemplo". Mientras
hablaba su mano hab�a subido hac�a las braguitas, de las cuales tiraba levemente
para hacer que las costuras acariciaran mi ano placenteramente.


Yo asent� con la mirada y con unas ganas tremendas de encajar
polla que me volv�an loco y pensando en el glorioso polvo que me esperaba en el
Hotel.


El Hotel no estaba muy lejos de la cafeter�a, as� que
llegamos en cuesti�n de minutos con la calentura correspondiente.


Subimos al ascensor y apenas est� empez� a moverse, Alberto
pas� al ataque, me atrajo hacia s�, estamp� un sonoro beso en mis labios,
clav�ndome su lengua hasta la garganta, me levant� la falda hasta la cintura y
acto seguido empez� a meterme mano como un descosido.


El pobre botones que se encargaba del ascensor se qued�
estupefacto. Silbaba, elevaba la vista hacia el techo, tos�a, no sab�a a donde
mirar, pero inevitablemente sus ojos acababan fij�ndose en mi trasero.


Fue en una de esas miradas furtivas, faltando dos pisos para
llegar a nuestro rellano, cuando Alberto se dirigi� al chico.


"�Chaval!, si paras el ascensor entre dos pisos te ganaras
una propina y podr�s mirar todo lo que te de la gana. Al chavalillo, no hubo que
repet�rselo. El hecho de ir vestido de mujer y que adem�s me miraran mientras lo
hac�a me estaba poniendo a cien.


Alberto se baj� los pantalones de golpe y me arrodill�
bruscamente frente a su colgajo, que oscilaba levemente frente a mi. Era grueso
y no muy grande aun pero me decid� por fin a introduc�rmelo en la boca para
lograr que alcanzara su m�xima envergadura. Lam� la punta de aquel maravilloso
nabo y me lo introduje hasta el fondo saboreando cada cent�metro y notando como
crec�a en mi interior, mientras Alberto mesaba los cabellos de la peluca y me
gritaba obscenidades fuera de si. Yo segu�a con mi labor, deteni�ndome en los
test�culos para luego relamer la vena que recorr�a aquel capullo celestial.


"Chupa puta, te voy a llenar de leche como nunca antes lo han
hecho", gem�a Alberto.


Yo cerraba los ojos y sorb�a los l�quidos preseminales que mi
lengua recog�a con deleite, mientras una de mis manos hab�a alcanzado la
presencia de mi polla entre los laterales de las braguitas y me masturbaba
lentamente.


Claro que el chico tambi�n lo estaba pasando bien. Se hab�a
sacado la polla y estaba masturb�ndose. Se la meneaba mir�ndome hacer la mamada
a Alberto.


"Ac�rcate..." le dijo Alberto.


Pues viendo su cosita nadie lo dir�a. Ten�a una polla
bastante desarrollada para su edad.


Alberto agarr� la verga del chaval y la agit� lentamente,
provocando varios gemidos de placer en el chico.


"Quiero que se la chupes", me orden�. Y me acerc� la polla
del botones a los labios.


El chico obviamente no opuso la menor resistencia. Al
contrario, se bajo los pantalones r�pidamente para facilitarme la tarea.


Su polla era c�lida y delicada, �nica, con ese olor tan
peculiar del material sin estrenar. Pensar que iba a ser la primera persona que
se metiera aquella tierna polla en la boca me puso como una moto. Aquel pedazo
de carne dura y palpitante rozaba mis labios diciendo c�meme, desv�rgame, b�bete
toda mi leche,...


Cuando me la introduje en la boca el chaval subi� al cielo y
lentamente se la com� hasta el fondo aloj�ndola en mi profunda garganta durante
algunos segundos para luego succionarla hasta el capullo.


Alberto se coloc� junto al chaval y me introdujo sus
veintitr�s cent�metros hasta el fondo.


Cre� que me mor�a de placer, tenia la garganta llena de polla
y el culo me ped�a marcha. Le supliqu� a Alberto que me penetrara y se neg�.
Hice lo propio con el botones y su contestaci�n tambi�n fue negativa. Los dos
quer�an llenarme de leche, ahogarme como a una puta, como en las pel�culas de
porno duro de las que hasta ahora solo hab�a sido espectador y de las que ahora
era protagonista indiscutible.


La cuesti�n es que decid� aplicarme y contentar a mis dos
amantes, que se besaban y manoseaban entre ellos mientras yo les trabajaba los
bajos.


Mientras me met�a una de las pollas hasta la traquea,
mordisqueaba el capullo de la otra, y viceversa. De manera que las dos
estuvieran siempre a punto de caramelo. Segu� as� hasta que note que mis dos
amantes estaban al borde del cl�max. Entonces me saqu� las dos vergas, abr� la
boca todo lo que pude y empec� a masturbarlos dirigiendo las puntas de los
capullos hacia mi garganta. No quer�a dejar escapar ni una gota de semen.


Al cabo de un momento, el botones empez� a convulsionarse y
tras lanzar un grito de placer, vaci� sus jugos en mi rostro. Una vez acab�,
Alberto hizo lo propio embadurn�ndome la cara con su caliente y espesa leche.
Estaba todo lleno de semen reci�n orde�ado. Agarr� ambas pollas y empec� a
restreg�rmelas por el rostro y por el pecho. Con ellas iba recogiendo la leche
de mis amantes y me la llevaba a los labios, chupando entonces las dos vergas y
volv�a a reanudar la operaci�n. Repet� la maniobra un par de veces m�s hasta que
not� que el botones volv�a a ponerse en forma. Entonces me puse a cuatro patas
sobre el suelo del ascensor y abriendo mi culo de par en par se lo ofrec� a la
polla m�s joven. El chico reacciono y tras untar cuidadosamente mi ano con su
lengua aproximo su polla hasta la entrada de mi cueva, introduci�ndola
cuidadosamente hasta que me la clav� hasta las pelotas. Despu�s del l�gico
acondicionamiento de mi ano a aquella tranca, comenz� a bombear, acelerando el
ritmo a cada nueva embestida.


Alberto entre tanto, se hab�a agachado junto a m� y lam�a mi
dolorida polla con verdadera devoci�n. Siguiendo la longitud de mi pene y
bajando hasta la entrada del culo, donde alternaba su mamada entre la porci�n de
polla del botones que sal�a en las embestidas y mi propia polla.


En aquel momento el chico comenz� a gritar como un poseso,
clav� sus u�as en mis nalgas, me mordi� en el cuello y con un �ltimo y salvaje
vaiv�n, se corri� de nuevo.


Note como el culo se me romp�a al tiempo que una bocanada de
semen caliente y fluido me inundaba. Grit� de placer, apret� con todas mis
fuerzas el falo que se estaba vaciando en mi interior con los m�sculos del ano,
grit� de nuevo y finalmente me corr� en la ansiosa boca de Alberto que succion�
mi n�ctar hasta dejarme la polla limpia de l�quidos seminales.


Tambale�ndome por la corrida me levant� y poni�ndome sobre el
botones abr� mi culo dejando caer los restos de su corrida por entre mis muslos,
orden�ndole que los bebiera a o que el respondi� lamiendo los espesos goterones
de su propia leche que se escurr�an de entre mi interior para volver a su due�o
que los recibi� con verdadera devoci�n.


Al rato nos despedimos del botones y nos fuimos a la
habitaci�n de Alberto donde pasamos la noche follando sin parar hasta que el d�a
nos sorprendi� y nos despedimos hasta un nuevo encuentro...



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