Relato: A una madre no se le pega (2)



Relato: A una madre no se le pega (2)

La historia que les voy a contar aconteci� ya hace a�os y
como est� tan viva en mi memoria quiero compartirla porque aunque a primera
vista la relaci�n incestuosa entre madre e hijo pueda parecer una atrocidad, no
es menos cierto que nuestra condici�n es animal y que llevamos nuestros
instintos primarios a flor de piel. Lo que a mi me sucedi�, lo que yo sent�, no
es algo de lo que sea f�cil escapar si llega el momento. S� que historias como
la m�a se producen a diario y s�, tambi�n, que infinidad e ellas quedan en la
intimidad de las familias. Solo unas pocas veces, y siempre como yo ahora,
escondi�ndose en el anonimato, alguien se aventura a ponerlas por escrito, con
el solo animo de volver, aunque solo sea durante unos instantes, a sentir como
sinti�, a notar como le arde la sangre y para dejarse llevar imaginariamente
hacia un �xtasis pr�ximo al vivido, quiz�s magnificado por el paso del tiempo,
algo idealizado tal vez, pero, en esencia, un recuerdo maravilloso.


Empezar� por decir que soy una mujer felizmente casada, que
gozo de una excelente posici�n socioecon�mica ya que poseo un peque�o negocio en
que se emplean unas pocas personas, que mi marido es a su vez un reconocido
profesional, y que solo tenemos un hijo al que digamos doblo en edad. En
definitiva, la nuestra es una familia provinciana muy acomodada y bastante
normal.


Por lo que respecta a mi persona y dejando de lado la edad,
dir� que empleo el tiempo libre de que dispongo, que es bastante, en actividades
culturales y sociales de todo tipo. Tengo varias amigas con las que me doy cita
con regularidad, ya sea en la peluquer�a o en alguna cafeter�a y con las que
comparto los chismes que circulan por la ciudad. Con mi marido, entre otras, me
une una buena afici�n por la gastronom�a, cosa que me lleva a pesar mas de lo
debido sin que ello resulte exagerado. Me cuido relativamente, visto moderna y
acorde con mi edad, mido casi un metro setenta y estoy bien proporcionada, sin
ser aparatosa.


Mi marido tiene mi edad, es como he dicho, un hombre culto y
distinguido, juega a golf en sus ratos libres aunque creo que deber�a cuidarse
mas, no es una fiera en la cama pero me satisface y le quiero. La convivencia
con �l resulta agradable y no creo que nunca me haya sido infiel. Yo a �l
tampoco.


Nuestro hijo es arquitecto y recientemente se ha
independizado. Estamos muy orgullosos de �l porque ha crecido como un chico
educado y responsable y yo especialmente le estoy muy agradecida por lo mucho
que me ha hecho gozar durante estos �ltimos a�os. Por entonces ya ten�a mas de
veinte a�os.


El ambiente que se respiraba en nuestra casa al empezar la
relaci�n con mi hijo, era muy normal. Entre nosotros no hab�an tab�es ni pudores
y aunque no habl�bamos de sexo porque nunca se present� la ocasi�n, la desnudez
ocasional de cualquiera de nosotros nunca fue tenida ni por escandalosa ni
exhibicionista, antes al contrario, a cualquiera nos resultaba intrascendente.


Todo empez� con ocasi�n de que mi hijo rompiera una relaci�n
con una chica con la que el se hab�a hecho ilusiones y de cuya ruptura debo
confesar que me alegr� pues ella no me gustaba nada. Le vi triste durante unos
d�as y, una tarde, decid� hablar con �l, hacerle ver que aquello no era tan
dram�tico como le parec�a y que no se preocupara que chicas no le habr�an de
faltar. Como es normal �l se cerr� en si mismo, se hizo el fuerte. Enseguida
comprend� que estaba perdiendo el tiempo en mi af�n de consolarle as� que di por
terminada la conversaci�n, que hab�amos mantenido sentados sobre su cama,
d�ndole un abrazo y bes�ndole en el cuello al tiempo que le acarici� el pecho
suavemente me desped� de �l. Note en �l, al besarle, un ligero estremecimiento y
su olor de hombre joven me produjo una sensaci�n muy agradable. Me incorpor�. Le
sonre� y sal� de su habitaci�n dej�ndole all� tumbado. Me fui al ba�o. Me mire
al espejo. Su olor a�n no se hab�a disipado. Me acarici� el co�o. Lo not� un
poco h�medo. �estaba pensando en mi hijo!. Desech� la idea. No, no, aquello no
era posible. Sal� del ba�o y me puse a revisar unas cuentas. Al rato le o�
ducharse y poco despu�s vino a verme para decirme que se iba. Le acompa�� a la
puerta y una vez all� nos dimos un beso y el me palme� el culo como hab�a hecho
otras veces, lanc� un gritito de sorpresa, fingido, y le mir� con severidad,
como en otras ocasiones, casi le sonre� y se fue. Volv� a mis quehaceres con una
rara sensaci�n a la que no di mas importancia.


Aquella noche mi marido no vino a cenar. Se le hab�a
complicado algo en su trabajo as� es que cuando lleg� mi hijo, hice la cena y
cenamos charlando animadamente. Luego nos servimos unas copas, nos pusimos
c�modos de ropa y continuamos conversando. El se recost� en el sof� y yo me
acomod� en un sill�n contiguo. La conversaci�n fue decayendo y los silencios se
empezaron a hacer cada vez mas largos. Lo notaba inquieto pero no quise
preguntar. Prefer� observarlo. No paraba de moverse. Cruzaba las piernas, se
pon�a un coj�n sobre sus partes. Parec�a un modelo posando tumbado. Era un
muchacho atractivo, bien formado, fuerte, guapo.


Era ya tarde cuando decidimos, que en vista de que mi marido
no llegaba, irnos a dormir. A solas en mi cuarto no pude evitar pensar en mi
hijo. Era un pensamiento que no quer�a tener pero del que no pod�a escapar. Le
ve�a tumbado en el sof�, le imaginaba desnudo con aquel cuerpo poderoso y sent�a
como sus manos grandes se pon�an sobre mis pechos. Me atormentaba aquella idea.
En mi mente dos palabras luchaban por imponerse: hombre, hijo. Me not� muy
h�meda, me dol�an los pezones. A pesar de ello, Venc� las irresistibles ganas de
masturbarme y me quede dormida.


Alg�n tiempo despu�s, no recuerdo si pasaron dos o tres
meses, volvimos a quedarnos solos. Para entonces, aunque no hab�a vuelto a
experimentar aquel fuerte deseo, es cierto que en mi cerebro segu�a latente.
Como digo, mi marido tuvo que dejarnos unos d�as para asistir a una especie de
congreso y aunque pude acompa�arle, prefer� poner una excusa y como una
jovencita traviesa quedarme a solas con aquel joven que me enamoraba por mas que
yo me negara a aceptarlo. Una vez cenamos, pusimos m�sica, atenuamos las luces
del sal�n y no sentamos a tomar una copa en el sof�. Como siempre est�bamos en
pijama. Permanecimos un buen rato en silencio mientras escuch�bamos las notas de
un piano, hasta que de forma autom�tica le pas� mi brazo por los hombros, lo
atraje hacia mi y recostando su cabeza sobre mi pecho me puse a acariciar su
pelo como hab�a hecho desde que era peque�o. Empec� a notar que su respiraci�n
se tornaba muy relajada. Estaba adormecido. Decid� dejar que estuviera c�modo y
con mucho cuidado me retir� poniendo bajo su cabeza un par de cojines que le
hicieran mantener la posici�n. Me sent� en el sill�n cercano. Las notas de
aquella rom�ntica pieza emanaban serenidad, las luces del sal�n en su m�nima
intensidad configuraban un ambiente acogedor y de extrema calidez. Tom� un sorbo
de mi copa, cerr� los ojos y respir� profundamente. Me volv� hacia donde estaba
mi hijo y le mire all� tumbado, relajado. Pase� la mirada por su cuerpo: su
cabeza ladeada, su pecho que oscilaba acompasadamente, su cintura, sus largas
piernas. Algo me llam� la atenci�n. Me detuve y volv� la vista atr�s. La poca
luz reinante no me hab�a hecho reparar en algo oscuro y enorme que asomaba por
la bragueta, sin botones, del pantal�n de aquel pijama. Abr� bien los ojos como
si no quisiera perder detalle de aquella visi�n. Tenia ante mi el enorme pene de
mi hijo. �Que maravilla! pens�. Era como un monolito coronado por un glande
brillante y poderoso que sub�a y bajaba lentamente. Cerr� los ojos pidiendo a
Dios que cuando los volviera a abrir hubiera desaparecido aquel espejismo, pero
no me oy�. Not� que todo mi vello se erizaba, que mi pecho se hinchaba y que mis
pezones amenazaban con estallar. Se me encogi� el coraz�n. Estaba hipnotizada
por aquel falo que parec�a llamarme. No supe que hacer. Me desabroch� la camisa
del pijama y me cog� los senos apret�ndolos hasta hacerme da�o. No pod�a dejar
de mirar, no pod�a escapar de aquella atracci�n. No quer�a.


Me puse de rodillas sobre la alfombra y me quede admirando
aquella enorme polla. Me acerqu� y me acerqu� con cuidado, conteniendo la
respiraci�n y sin poder contener el deseo irrefrenable que se apoderaba de mi de
agarrarla y met�rmela en la boca. Con sumo cuidado desabroche el bot�n de la
cintura. Saque la lengua y roce con ella aquel capullo brillante. Nada. Volv� a
hacerlo y nada. Con mucho cuidado la tome con mi boca y la chupe sin tocarla.
Sent� placer y terror a la vez. Notaba aquella cosa caliente en mi boca y como
mi saliva la envolv�a. Ten�a la mente en blanco.


Enseguida me pareci� que aumentaba de volumen. Mi hijo se
mov�a. Me quede quieta. cerr� los ojos y me sent� culpable, confusa. Tenia
agarrado uno de mis pecho y mientras frotaba mi pez�n dolorido continuaba
sintiendo la c�lida polla en mi boca. No era capaz de moverme, sab�a que iba a
ser descubierta y el pavor hizo que se me saltaran las lagrimas pero permanec�
inm�vil. Not� que una de sus manos se posaba sobre mi cabeza. Me qued� aterrada.
Retir� la boca y dej� que la polla saliera al exterior. Mi hijo movi� su mano
por mi cara y cuando note sus dedos junto a mi boca los chup�. Estaba despierto,
ya no hab�a duda. Ya estaba perdida, pens�. De nuevo brotaron lagrimas de mis
ojos. Me quit� la camisa y le abr� el pantal�n dejando que se me mostrara en su
plenitud. Chupe un test�culo primero y luego el otro sin que ya me importara
nada. Me cegaba el deseo. Not� que se incorporaba. Me detuve. Le mir�
implorante, avergonzada. Me miro sin expresi�n. Se puso en pie y qued� frente a
m�. Desde mi posici�n arrodillada me ergu� hasta abrazarme a el y me introduje
de nuevo la polla en la boca. Me agarr� a su culo y chup� y chup� deseando que
se corriera en mi boca y me inundara de su dulce y c�lido n�ctar. Nunca antes
hab�a querido experimentar aquello pero ahora todo era distinto, ahora ard�a en
deseos de sofocar una sed que desconoc�a. Puso sus manos sobre mis hombros y
tir� de mi hacia arriba. Me incorpor� y quedamos frente a frente. Me abraz� y me
bes� apasionadamente.


Nuestras lenguas se juntaron y un sentimiento de felicidad
empez� a liberarme de la angustia que sent�a. Nerviosa le desabroch� la camisa.
Frot� mis pechos contra los suyos �vida de que los poros de mi piel se
impregnaran de el, se embriagaran. Parec�a que bail�ramos abrazados, desnudos.
Movi�ndonos torpemente, como queriendo salir de all�, tropec� y ca� hacia atr�s
sobre el sill�n de forma que mi culo quedo acomodado en el asiento al tiempo que
mis piernas quedaron abiertas sobre el apoyabrazos. Vi la lujuria reflejada en
los ojos de mi hijo como el ver�a el deseo en los m�os. Y vi como me penetr�. Me
meti� todo aquello sin ning�n esfuerzo en mi co�o encharcado y anhelante.
Respire hondo como si quisiera absorber todo el aire de la sala. Not� su polla
potente en mi interior, grande, dura, y not� tambi�n el cosquilleo maravilloso
que su roce produc�a en mis paredes vaginales. Se movi� con delicadeza una y
otra vez metiendo y sacando, yo me frotaba los pechos y jadeaba controladamente,
sintiendo un sosiego interior y un deseo de entrega como nunca antes hab�a
imaginado. Sac� su polla de mi vag�na y enseguida se arrodill� frente a mi co�o
para lamerlo y chuparlo hasta volverme loca. Cre� que me corr�a cuando �l
levant�ndose, se inclin� sobre mi y me agarr� las tetas. Me chup� y mordi� los
pezones, apret� cada una de mis tetas hasta hacer que sintiera como si una
especie de corriente el�ctrica recorriera todo mi cuerpo. Yo estaba fuera de m�,
salida y fren�tica como jam�s hab�a estado y abandonada a lo que aquella adorada
bestia quisiera hacer conmigo. Le tome por los huevos y se los apret� cuidando
de no lastimarle, sinti�ndolos m�os, acariciando aquella piel dura y arrugada,
poblada de vello sedoso. Tir� de m� haciendo que me incorporara. Me tom� de la
man� y de dos zancadas me llev� al dormitorio. La poca luz que proven�a del
exterior era suficiente, no necesit�bamos m�s.


Quedamos frente a frente, yo sent�a mi rostro desencajado. El
tambi�n parec�a fuera de s�. Suspir�. De repente y sin saber porqu�, me propin�
un fuerte bofet�n que a�n hoy me duele al recordarlo pero que me resulta tan
excitante hacerlo, mas si cabe creo, como me excit� entonces. Me empuj� y ca� de
espaldas sobre la cama con las piernas abiertas. Se lanz� sobre mi y mi clav� en
mi interior su arma con tanta fuerza que me sent� como atravesada por un rayo.
Empez� a lanzarme embestidas con tal ansia que cre� me iban a destrozar por
dentro. Nadie me hab�a follado nunca as� y nunca cre� que aquello fuera posible,
nunca cre� que nadie pudiera gozarme con aquel �mpetu y con aquella rabia. Tuve
que cubrir mi cara para amortiguar los gemidos que ya ni pod�a ni quer�a
controlar. Le clav� las u�as en la espalda fruto de aquella desenfrenada pasi�n
y me corr� como jam�s pens� que una mujer podr�a hacerlo. Fue un orgasmo largo,
c�lido y muy intenso. Mientras continuaban mis espasmos de placer, mi hijo
retir� la almohada con la que me cubr�a y me introdujo su polla caliente en la
boca. La tome en mis manos y me puse a chupar con delirio hasta hacer que se
corriera inundando mi boca de un abundante liquido dulce, cremoso y delicioso
que tragu� sedienta y complacida. Sudorosos y respirando con dificultad quedamos
abrazados en silencio, acarici�ndonos, dejando que nuestros cuerpos se
recuperaran lentamente.


Empezaba a amanecer cuando cada uno se retir� a dormir a su
cuarto. Nos hab�amos duchado a oscuras despu�s de haber follado tres veces mas.
Tres veces en las que no tengo palabras con las que explicar todo el placer que
sent�. En compa��a de mi hijo fui transportada a un mundo de sensaciones jam�s
imaginado, al final mi vag�na qued� dolorida, mis tetas manoseadas, y mi culo,
que alberg� los dedos que me dieron placer, ardiendo por no haber sido penetrado
como habr�a querido. Toda yo necesitaba un descanso reparador. El recuerdo de su
polla gorda, caliente y dura corri�ndose en mi boca, sobre mis tetas, en mi
vag�na, aquellos besos tiernos y salvajes, sus mordiscos y los m�os. �Que manera
de follar tan alegre y desinhibida � �Tan hermosa, y tan delicada y tan vigorosa
a la vez �!Que delirio!. Qued� feliz y rendida. Tremendamente satisfecha y
limpia. Me dorm� placidamente y sin apenas darme cuenta, suspirando de amor.


Despertamos mas tarde de lo habitual y aunque nos reunimos a
desayunar lo que la sirvienta nos dej� preparado antes de marcharse, ninguno de
los dos coment� nada de lo sucedido. A �l se le ve�a feliz y yo tambi�n lo
estaba. Mi marido regres� a la hora de comer y compartimos animadamente con �l
las peripecias de su reuni�n. Yo estaba muy contenta de ver de nuevo a la
familia al completo y salvo que tuve que maquillarme un poco para tapar el
ligero morat�n que recordaba la intensidad de las horas pasadas no hubo nada de
extra�o en aquella comida familiar. Mi hijo, como siempre, estaba guap�simo. Sin
duda era un hombre del los pies a la cabeza.


Para que continuar. Hasta que recientemente mi hijo se ha ido
de casa, lo cual es comprensible, he vivido infinidad de momentos de placer que
han hecho vibrar a la mujer, que es lo que soy ante todo. Desde entonces,
siempre que hemos tenido ocasi�n, y controlando el riesgo, hemos hecho el amor
en la ducha, en la cocina. Nos hemos masturbado mientras com�amos, o en el
ascensor, o mientras el estudiaba. Se la he chupado mientras se afeitaba. Etc.
En fin, han sido unos a�os de goce continuo durante los cuales hemos sabido que
aquello no era mas que una relaci�n afectiva normal por la que nunca nos hemos
sentido culpables. Nunca mas volvi� a pegarme. A veces, en momentos de
excitaci�n sublime llegu� a suplicarle que lo hiciera pero mi amado hijo siempre
se neg�. A una madre no se le pega, me dijo una vez, y eso no hizo sino aumentar
el amor que siento por �l.


Marta.




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Relato: A una madre no se le pega (2)
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