Relato: Las tareas escolares





Relato: Las tareas escolares

LAS TAREAS ESCOLARES



Hola.



Me llamo Ricardo, y tengo ahora 25 a�os.



Hace m�s o menos unos 7 a�os, entonces ten�a yo 18 a�os; iba
a la escuela por las ma�anas y por las tardes me quedaba en casa hasta que, como
a las 9:00 de la noche llegaba mi madre de su trabajo.



No somos una familia de grandes recursos, pero si disponemos
de lo suficiente, gracias a un mediano negocio de regalos que heredamos al morir
pap� en un repentino accidente automovil�stico. Desde entonces mi madre y yo
vivimos solos en un departamento apropiado para ambos, donde los dos disfrutamos
de la privacidad de nuestro entorno.



Nunca he sido un muchacho desastroso. Soy tranquilo, los
fines de semana me gusta ayudar a mam� en la tienda de regalos, con lo cual
obtengo un ingreso suficiente para mis gastos personales, no tengo vicios de
ning�n tipo, soy amiguero, obtengo notas sobresalientes en el colegio y eso me
ha ganado el aprecio de mis familiares, amigos, maestros y vecinos.



En mi habitaci�n tengo lo que puede desear cualquier joven de
mi edad: mi cama, mi ropa (no mucha ni de la mayor calidad, pero si presentable
y la suficiente), mis libros y �tiles escolares, un modular para mi m�sica, mis
cd�s, una T.V. con video, y, desde luego, mi computadora con Internet. Me gusta
ser limpio y ordenado con mis cosas.



Nuestra rutina es que despu�s del desayuno, mam� y yo salimos
de casa poco antes de las 7:00 de la ma�ana: ella a atender nuestra tienda
familiar de regalos, y yo a mis clases en bachillerato en un colegio particular.
Previamente por la noche mam� prepara mi comida para el d�a siguiente (ella come
en la tienda). Yo regreso a casa al filo de la 1:00 de la tarde, tomo mis
alimentos del medio d�a, descanso un rato, estudio un poco y hago mis tareas
escolares, y despu�s, casi todas las tardes, nos reunimos varios amigos vecinos
para practicar alg�n deporte. Como se pueden dar cuenta, mi vida es ordenada y
sana.



Sin embargo, esta rutina ordenada y sana, una tarde se vio
trastocada por el siguiente acontecimiento inusual:



Acababa de comer. Me hab�a quitado mi uniforme escolar y me
hab�a puesto un short y playera, ya que me dispon�a a descansar viendo una
pel�cula en la T.V. cuando llamaron a la puerta. Sal� a ver quien llamaba y me
sorprend� al ver que era Jimena, hija de una familia vecina que entonces contaba
con 12 a�os de edad. Estaba cursando el primer a�o de su formaci�n secundaria,
al igual que yo, en un colegio particular administrado por religiosas.



La ni�a es linda: Jimena es morena clara, piel color canela y
de grandes ojos color miel, pelo negro planchado que le llega poco un m�s abajo
de los hombros. Sus nalguitas son duritas y respingadas, y en ese entonces se
empezaban a redondear sus formas.



El saludo y la charla de aquella visita imprevista eran
imprescindibles:





Hola, Ricardo, buenas tardes.


Jimena, buenas tardes. �C�mo est�s?, pero que sorpresa,
pasa por favor.


Sabes, me da cierta pena, pero vengo a pedirte un favor.


Pasa Jimena, pasa por favor. T� dir�s en que te puedo
servir.





Abr� totalmente la puerta cediendo el paso a la inesperada
visita. Una vez que Jimena pas�, la invit� a sentarse, mientras le tra�a del
refrigerador un vaso con coca-cola. Entonces continuamos la charla. Mi visitante
reinici� el di�logo:





Ricardo, le ha ca�do un virus a mi computadora y la han
llevado a reparar. Debo redactar una tarea, a la que adem�s no le entiendo
mucho, y necesito que me ayudes con tu P.C. y con los conceptos que yo no
entiendo.


Lo har� con mucho gusto. Solo que la computadora est� en
mi habitaci�n y nos tenemos que ir para all�. Pasa, por favor.





Sin ninguna mala intenci�n gui� a Jimena a mi habitaci�n y me
dispuse a encender mi equipo de c�mputo. Debo decir que para usar mi equipo me
tengo sentar en mi cama, ya que est� a los pies de �sta; por lo tanto, Jimena se
sent� a mi lado.



En tanto se cargaban los programas, nos pusimos a charlar de
cosas sin importancia, pero a partir de este momento, al sentir a Jimena tan
cerca de mi, mi instinto hormonal se fue despertando.



Yo me dec�a en mi interior: "no puede ser, solo es una
ni�a, puedo tener problemas"
. Era un razonamiento correcto, sin embargo lo
que sent�a me nublaba el pensamiento y me desviaba al instinto natural.



Esta situaci�n fue m�s intensa al sentir que una de las
manitas de Jimena, despreocupadamente se posaba sobre mi muslo desnudo y lleno
de vellos.



Me puse de a mil. No pude disimular mi gran erecci�n de poco
mas de 20 rectos cent�metros. Todo era muy notorio, m�xime que yo tra�a un short
muy corto.



Jimena reanud� la charla:





Ricardo, �como tienes vellos en tus piernas!


�Te parece�?


Si. Yo he visto a mi pap� y a mis hermanos con pantal�n
corto, pero ellos no tienen tantos vellos en sus piernas.


Suele suceder, Jimena; habemos algunos hombres que somos
m�s velludos que otros.





Instintivamente segu� el juego:





Sabes, t� eres una ni�a muy bella. Cuando seas mayor,
varios chicos querr�n ser tus novios.


�T� crees?





Entonces fui un poco m�s atrevido: mientras acariciaba sus
piernas deslizando suavemente sobre ellas la punta de mis dedos, le dije:





Tienes unas piernas muy bellas, y toda t� eres muy
bonita.


Ricardo, haces que me ruborice.


Si te ruborizas te ves m�s bonita.





Jimena si se puso toda roja de su cara. Sent� como la
temperatura de su cuerpo se elevaba ligeramente y not� un ligero temblor en sus
piernas. Con cierta intenci�n, pero sin llegar a querer hacerle ning�n da�o, le
tom� la mano que ten�a m�s pr�xima a m�.





Tienes manos adorables, �me dejas que te d� un beso en tu
mano?


Nunca me ha besado un chico. Pero mejor dame el beso en
los labios.





Nunca hab�a escuchado una invitaci�n m�s tentadora.



Rode� su breve cintura. La atraje hacia m� y sell� su boca
con un largo y apasionado beso.



Jimena era totalmente inexperta en estos ardides. Yo no era
un ducho en la materia, pero al menos ya hab�a besado a dos o tres chicas en la
oscuridad de los cines.



Poco a poco nos fuimos dejando llevar por el momento y como
est�bamos sentados en la orilla de mi cama, cuando menos pens�, sin despegar
nuestros labios, la hab�a recostado aprision�ndola con mi cuerpo y rode�ndola
con mi brazo derecho.



Mi mano derecha rodeaba su cintura, mientras que mi mano
izquierda palpaba todo su delicado cuerpecito de tan solo 12 a�os.



Mi pene estaba a punto de reventar. Ella lo sinti� a la
altura de sus caderas, porque est�bamos estrechamente abrazados.



Mi mano sub�a a lo largo de sus piernas, hasta tocar los
pliegues de sus apretadas braguitas.



Mientras yo besaba su cuello, ella baj� su mano y toc� mi
pene.





Ricardo, �qu� es esto tan duro que tienes aqu�?


Es mi pene� es mi sexo�. lo que nos hace a los hombres
diferentes de las mujeres.


Pero es muy grande y duro.


As� se pone cuando tenemos cerca a una mujer bella. T� no
tienes pene, porque eres mujer, y como mujer tienes otra cosa entre tus
piernas.





Mientras expresaba estas palabras, empec� a tocar y a apretar
descaradamente la entrepierna de Jimena.



Not� sus bragas totalmente h�medas y ella no protest�, ya que
tambi�n estaba apretando con sus manitas mi duro pene.



Al ver que Jimena no protestaba, empec� a bajar sus braguitas
y pude percatarme que no ten�a vello p�bico. �ste a�n no le empezaba a nacer.



Dejamos de hablar y nos concretamos a seguir el juego que
iniciamos propiciado por nuestros instintos.



Cuando menos pens� hab�a desnudado totalmente a Jimena, en
tanto yo me hab�a quedado solo con mis calcetines. No me percat� cuando me fui
desnudando.



Empec� a recorrer con mi boca y mi lengua todo el cuerpo de
Jimena. Me deslic� por su cuello, succion� sus peque�itos pezones (parec�an
peque�itas cerezas a punto de reventar), segu� por su firme est�mago de
adolescente hasta que llegu� a acomodar mi cabeza entre sus piernas que
temblaban como si fueran de pajarito asustado.



Separ� sus piernas y con mis manos los pliegues la delicada y
peque�a l�nea de sus labios vaginales. Deslic� mi lengua y al descubrir su
cl�toris que semejaba una peque�a semillita de frijol, empec� a succionarlo. Un
peque�o y ahogado gemido se escap� de su boca:





�Aaaagghhhh�! Ricardo, me est�s volviendo loca, nunca
hab�a sentido lo que estoy sintiendo en este momento. �Aaaagghhhh�!


�Te gusta, amorcito?


�Me encanta�! sigue, por favor�. �Aaaagghhhh�!
�Aaaagghhhh�!





Repentinamente Jimena dio un grito:





�Ricardo, me voy a hacer pip�..!, d�jame levantarme, por
favor.


No, amorcito, no es pip�, es que tendr�s tu primer
orgasmo. D�jate llevar por esta felicidad.


�Me encanta�! �Aaaagghhhh�! �Aaaagghhhh�!





Segu�a con mi lengua haciendo mi trabajo en esa cueva virgen
cuando sent� que mi boca se humedec�a con los primeros sabrosos los n�ctares que
Jimena expulsaba mientras ten�a espasmos en todo su cuerpo.



Mientras tanto, busqu� la forma de acomodar mi pene para
hacer un sabroso 69. Dirig� mi recto, grueso y cabez�n pene a sus labios y
empez� a chupar como un beb� chupa su mamila: primero despacio y con mucha
inexperiencia, luego m�s r�pido y con mayor pasi�n.



Debo admitir que mi pene no cab�a en su boca; �sta era
demasiado peque�a para las dimensiones de mi instrumento.



Sin embargo, la excitaci�n del momento y las succionadas que
me daba Jimena, en tanto que mi lengua segu�a trabajando en su entrepierna,
hicieron que me corriera en una gran expulsi�n de leche, que casi ahogo a la
ni�a.



Sin dejar el juego, aun con el �xtasis de nuestras
respectivos orgasmos, me puse en posici�n de romper el delicado e infantil
cl�toris de Jimena que hab�a aumentado notoriamente su tama�o (de ser como un
granito de frijol ahora era del tama�o de una uva), cubierto por unos labios
vaginales totalmente inflamados y rojos por el furioso sexo oral a que los hab�a
sometido.



Acomod� el delicado cuerpo de Jimena al borde de la cama y
abriendo y subiendo un poco sus piernas me coloqu� entre ellas dirigiendo mi
duro pene, perfectamente recto y duro apuntando a su objetivo mientras separaba
sus labios vaginales con mis dedos.



Jimena dijo entonces:





No, Ricardo, no lo hagas, me har�s da�o, ser� muy
doloroso.


Lo har� con cuidado. No te doler�.


Puedo quedar embarazada, Ricardo.


No te pasar� nada; s� c�mo cuidarnos.





Sin embargo, Jimena abr�a m�s sus piernas lo que me hac�a
suponer que sus palabras no eran lo que ella en verdad quer�a. Su panocha estaba
sumamente roja de excitaci�n y rosada por el contacto con mi lengua.



Yo ya no pensaba en que podr�a tener problemas sociales y con
la polic�a por una violaci�n. El deseo y la excitaci�n hab�an cegado mi
inteligencia.



Acomod� mejor las infantiles piernas de Jimena sobre mis
hombros y pude ver como su lampi�a rajita quedaba lista para ser penetrada.



Con mis dedos, nuevamente separ� los labios vaginales de
Jimena y puse la cabeza de mi duro pene en el hoyito de su rajita y empuj�.



Pude ver como mi lanza se abr�a paso y entraba, y como topaba
con esa fina tela que representaba su virginidad. Al presionar con m�s firmeza,
Jimena grit� y le sali� sangre de su rajita.





�Aaaayyyy, Ricardo, s�cala....!





No respond�, sino que empuj� m�s firme y m�s fuerte.





�Oooohhhhh, Ricardo, me duele, s�cala....!





Volv� a empujar y no ces� hasta introducirla toda. Sent�a
ahorcado todo mi miembro debido a su estrechez vaginal, y mi mata de pelos se
apret� contra su pubis.



Jimena lloraba y me suplicaba que se la sacara, pero yo
continuaba en silencio mientras empezaba a moverme metiendo y sacando mi pene de
su vagina sangrante.



Primero empec� un suave vaiv�n. Yo sent�a su dolor y en la
inconciencia de mi instinto no deseaba lastimarla m�s.



Empujaba suave toda hacia adentro y sacaba lentamente.
Empujaba suave toda hacia adentro y sacaba lentamente. Empujaba suave toda hacia
adentro y sacaba lentamente. Empujaba suave toda hacia adentro y sacaba
lentamente. Empujaba suave toda hacia adentro y sacaba lentamente.



Poco a poco el llanto de Jimena ces� y pude sentir como su
dolor se transformaba en gozo ya que sus piernas se enlazaban a mi cintura, en
tanto me empez� a besar y a abrazar fuertemente.





�Ya no te duele, mi amor?


A�n me duele, pero siento bonito. Me gusta lo que me
haces.


A mi tambi�n me duele un poco.


Te he entregado mi virginidad, Ricardo. Ser� tuya para
siempre.


Cuando seas mayor nos casaremos y seremos muy felices.


M�temela toda, Ricardo, m�temela toda.





Al sentir la aprobaci�n que me daba el gozo que la ni�a
estaba experimentando me llevaron a aumentar la intensidad de m� mete y saca,
del vaiv�n de mi pene en su desgarrada, h�meda y sangrante vagina:



Toda hasta el fondo, casi toda afuera. Toda hasta el fondo,
casi toda afuera. Toda hasta el fondo, casi toda afuera. Toda hasta el fondo,
casi toda afuera. Toda hasta el fondo, casi toda afuera. Toda hasta el fondo,
casi toda afuera.





�Ricardo, que feliz me haces!


�Te gusta amor�?


�Si� me encanta�! ya no soy ni�a� soy mujer.


Ser�s m�a por siempre.


Ricardo, me voy a hacer pip�.


Hazte pip�, amorcito, no temas.




La inexperiencia de la ni�a le llevaron a asociar su nuevo
orgasmo con las ganas de orinar.




�Ooooggghhhh�! Ricardo, �me matas�! �Ooooggghhhh�!
�Ooooggghhhh�! �Ooooggghhhh�!





La ni�a gem�a y se retorc�a de placer traspasada por los 20
cent�metros de mi verga, mientras fuertes espasmos recorr�an nuestros cuerpos.


Yo termin� corri�ndome de nuevo con fuertes chorros de leche
espesa y caliente, quedando ambos rendidos en mi cama.



Retir� mi verga de la vagina de Jimena, mientras que mi semen
y su sangre, mezclados, se escurr�an de su rajita.



Y esa tarde, durante aproximadamente 2 horas, segu�
coji�ndome a mi Jimena sin compasi�n alguna y se ve�a que ella gozaba su
desfloraci�n y su primera penetraci�n.



Cuando lleg� el momento de que Jimena deb�a regresar a su
departamento (olvid� citar al principio que Jimena, por el trabajo de sus
padres, permanec�a sola todas las tardes, de lunes a viernes. Esto facilit�
nuestros encuentros), tuvo dificultades para incorporarse y ni se diga para
caminar.



Sus pasos eran vacilantes y caminaba con sus piernas
ligeramente abiertas.



El resto de la tarde y esa noche para m� fueron de insomnio y
mucho temor: me imaginaba en la nota polic�aca acusado de violaci�n y con mi
prestigio de gran chico por los suelos, aunado al gran ardor por mi verga
totalmente rosada e inflamada, pero sintiendo cosquillas en la punta por una
permanente excitaci�n.



Al d�a siguiente me llam� por tel�fono para enterarme que
llegando a su departamento se dio una ducha, se meti� en la cama y argumentando
que se sent�a mal no hab�a ido al colegio y se hab�a quedado sola.



Entre todas las cosas que me coment�, me dijo que su vagina
le dol�a espantosamente pero que quer�a continuar con nuestros encuentros. Estas
palabras me tranquilizaron ya que me daban la seguridad de que no enterar�a a
nadie de lo sucedido entre nosotros la tarde anterior. Lo m�s importante: �no
tendr�a problemas con la polic�a!



Jimena me pidi� que fuera a su departamento, casi contiguo al
m�o para que viera si aun sangraba, ya que a�n le dol�a. Acced� a ir y cuando
llegu� y me invit� a pasar pude ver su grave dificultad para dar paso.



Pasamos a su habitaci�n. Abriendo dificultosamente sus
piernas se dispuso a mostrarme su vagina. Pude ver que estaba muy da�ada.
Permanec�a roja y sumamente abierta, muy diferente a la peque�a abertura en que
hab�a metido mi lengua hac�a poco m�s de 12 horas.



Durante algunos minutos solo nos besamos y la estruj� contra
mi cuerpo. Ella me hizo sexo oral, y prefer� no ensartarla hasta que el da�o de
su vagina fuera menos notorio.



Opt� por retirarme de su departamento, ya que me sent�a un
poco nervioso, quedando de vernos de nuevo en 5 d�as m�s para una nueva
ensartada.



Desde esa ocasi�n, Jimena y yo, aprovechando la ausencia de
sus padres y mi madre por motivos de trabajo, sostuvimos relaciones muchas
tardes, durante aproximadamente 3 a�os hasta que su familia cambi� su residencia
a otra ciudad y no he vuelto a tener noticias de ella.



Este relato es totalmente ver�dico y sucedi� en Guadalajara
(M�xico). Actualmente tengo 25 a�os y estoy a punto de casarme.



Cada vez que lo recuerdo me masturbo fren�ticamente. He
tenido relaciones sexuales con algunas chicas pero nunca con mi novia, que es
virgen.



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