A�os de ni�ez I
Cuando s�lo ten�a 10 a�os, junto a uno de mis mejores amigos
(Luis de 12 a�os), sol�amos meternos en una vieja f�brica abandonada a practicar
jueguitos sexuales. Comenzamos por mostrar nuestros pitos (l�gicamente, el suyo
m�s desarrollado que el m�o y con algunos vellos); despu�s a tomar uno el del
otro y finalmente a mostrarnos nuestros culos. Realmente era excitante para esa
edad, pero las cosas no pasaban de ah�.
Una tarde vino con la gran idea de que le ense�ara mi ano.
Acept� a cambio de que me mostrara el suyo y as� lo hicimos. De soslayo v� su
pito y comprob� que estaba parado. En realidad, a esa edad, and�bamos todos en
pie de guerra. De la nada me pidi� que me dejara coger. Por supuesto le dije que
no, que no era puto y que adem�s me iba a doler. El astutamente me explic� que
ser�a puto s�lo si pagaba o me dejaba pagar, pero que nosotros �ramos los
mejores amigos, me asegur� que no me doler�a y me prometi� que si yo me dejaba,
luego �l se dejar�a hacer lo mismo.
La verdad es que me convenci�, baj� mi pantal�n y calzoncillo
hasta las rodillas, me inclin� mirando al suelo y le dije que pod�a hacerlo. Me
pidi� que abriera mis nalgas, como cuando le hab�a ense�ado mi ano, puso all� un
poco de saliva, al igual que en la cabeza de su pene que apoy� en m� y comenz� a
tratar de penetrarme. Al principio todo sali� mal, pues con su embestida mi
cuerpo se fue hacia delante y casi me ca� (�ramos inexpertos y la posici�n era
inc�moda). Volvi� a poner su pija entre mis cachetes y me pidi� que apoyara mis
manos contra la pared para no empujarme. Cuando lo hice, sent� el primer ardor
de mi ano que hab�a comenzado a abrirse. Tuve la intenci�n de detener en ese
momento la cuesti�n, pero tambi�n sent� la curiosidad de saber c�mo era aquello
de cojer, de sentirte cojido y de hac�rselo a alguien.
Durante un tiempo que parec�a no terminar nunca sent� c�mo la
cabeza de su pija iba penetrando en m� y cuando super� la barrera de mi esf�nter
tuve una especie de alivio y le ped� que se detuviera un momento. Tom� un poco
de aire y le indiqu� que pod�a seguir. Fue un poco m�s aliviado sentir como cada
cent�metro (de los 12 que ten�a su pito) iban desliz�ndose en mi interior hasta
que por fin percib� que eran sus bolas algo peluditas las que rozaban mis
nalgas. El comenz� a moverse dentro m�o del mismo modo como tantas veces lo
hab�amos visto hacer entre los perros del barrio (otra de nuestras ocupaciones
predilectas). Me gustaba la sensaci�n hasta que una especie de ardor fue
intensific�ndose en la puerta de mi ano y le ped� que me lo sacara. Me respondi�
que esperara un minuto, que ya acababa, pero eso no estaba en mis planes. Eramos
muy ignorantes en materia sexual y por eso tal posibilidad me atemoriz�. Trat�
de desplazarme hacia delante para que saliera de m�, pero me tom� m�s fuerte de
las caderas, se sacudi� un par de veces m�s y pude sentir los chorros de su
semen que ba�aban mi interior.
Fue sac�ndomelo despacio e instintivamente dirig� mis dedos
hacia mi ano, temiendo que fuera cierto aquello de "romper el culo". Por suerte
no lo era, estaba algo dilatado, con sus bordes blandos y h�medo, pero no estaba
roto. Cuando me incorpor�, todav�a de espaldas a Luis, un chorro de leche
comenz� a deslizarse por mi muslo. Para no manchar mi ropa, me puse de cuclillas
y dej� que el resto goteara en el piso. Ya no lo recuerdo, pero era bastante.
Le reclam� mi derecho a cojerlo, como hab�amos pactado. Pero
se neg� dici�ndome que estaba cansado y que otro d�a �quiz�s el siguiente-
cumplir�a. De nada valieron mis insistencias y protestas porque no cedi�. Volv�
a mi casa, furioso pero a la vez con temor de que mis padres o hermanos
advirtieran que algo me hab�a ocurrido. Entr� al ba�o, s�lo para volver a
comprobar el estado de mi ano y lo limpi� una y otra vez por el miedo a que me
descubrieran.
Durante dos o tres d�as me qued� en mi casa con rabia y con
la tremenda verg�enza de pensar que quiz�s Luis les hubiera contado a los dem�s
chicos que me hab�a cojido. Pero, comprob� que no fue as�. Cuando me encontr�
con �l, me pidi� que fu�ramos a la f�brica para que nadie escuchara lo que
habl�bamos. De mala gana fui y, para mi asombro, me pidi� que me dejara coger de
nuevo. Le dije que estaba loco, que jam�s volver�a a ocurrir algo as�. Insisti�
prometiendo que me ense�ar�a a hacerme la paja y que entonces lo disfrutar�a m�s
que la primera vez. Volv� a negarme pero expuso una recompensa irrenunciable: me
ofreci� jugar de titular en el equipo. Se trataba de un modesto equipo de futbol
del barrio, que jugaba contra otros similares cada s�bado a la tarde. Luis era
el capit�n y en cierto sentido el due�o del equipo y a m� nunca me dejaban jugar
porque no era muy bueno y era menor que los dem�s chicos. Le dije que d�as atr�s
el no hab�a cumplido su promesa, pero esta vez lo jur� por su madre y volvi� a
convencerme.
Repetimos el anterior ritual, de bajar los pantalones, de
separar las nalgas, de ensalivar ano y pene, pero esta vez �antes de comenzar a
penetrarme- estir� su mano alcanzando mi pija y comenz� a sobarla, mientras iba
meti�ndome la suya. Aunque me doli� tanto como la primera vez (prueba de que mi
culo se hab�a recuperado), era mucho m�s intensa la sensaci�n en mi pito.
Despu�s, al mismo ritmo que me culeaba acariciaba mi pene, que no tard� en
explotar llenando su mano y el piso de leche muy acumulada. Mis piernas
comenzaron a temblar cuando sent� que �l se derramaba dentro de mi culo. Sali�
de m� y con la experiencia ganada la vez anterior me puse de cuclillas a esperar
que su leche saliera de mi interior. Afortunadamente, esta vez todo sali� mejor,
el s�bado jugu� en el equipo, bastante bien, hice un gol, mi padre fue a verme
jugar (ignorando como me hab�a ganado la titularidad) y ganamos el partido.
El lunes siguiente, en la escuela (�l iba a un grado
superior) Luis me dijo que por la tarde �bamos a encontrarnos en el lugar de
siempre. Cuando llegu� a la f�brica, estaba esper�ndome y anunci�ndome algunas
novedades. Cuando le pregunt� a qu� ser refer�a me explic� que coger�amos de una
manera distinta. Yo pensaba que la cosa hab�a terminado la vez anterior, pero
igual le hice jurar que siempre ser�a titular y que nunca le contar�a a nadie lo
que hac�amos. La novedad consist�a en hacerlo como los perros a los que siempre
ve�amos, sobre una manta que hab�a tra�do de su casa y lubricando con vaselina
que, seg�n dijo, har�a que no sintiera dolor.
All� estaba yo, de rodillas, ofreciendo mi culo a mi
iniciador que comenz� a untarme con vaselina, provoc�ndome mi primer
estremecimiento. Tal como lo hab�a dicho esta vez su pija me perfor� m�s
f�cilmente (supongo que por la vaselina, pero tambi�n porque mi ano se iba
poniendo m�s dispuesto). Pero, a diferencia de la oportunidad anterior, la
posici�n imped�a que tomara mi pito. Sin embargo, a medida que me hab�a
penetrado iba sintiendo una especie de calor que part�a desde mi cola hasta la
punta de mi pene. Se me ocurri� pedirle que me soltara, que dejara en libertad a
mi pija y s�lo me concentr� en experimentar esta nueva sensaci�n. Al ritmo de su
vaiv�n, mi placer se fue incrementando hasta que el semen comenz� a salir a
chorros. Al mismo tiempo, sin que yo lo manejara, mi ano comenz� a contraerse
apretando su pija y provocando que tambi�n �l acabara. Quiso hablarme, pero le
ped� que se callara para seguir sintiendo los �ltimos estremecimientos de mi
propio orgasmo, sintiendo como su leche sal�a de mi abierto culo, resbalaba por
mis bolas y descend�a por mi pito hasta mezclarse con mi propia leche en el
piso. Por primera vez lo hab�a disfrutado en serio.
Me sac� de mis pensamientos pregunt�ndome si me hab�a
gustado. A cambio, hice que volviera a jurar que siempre jugar�a de titular en
nuestro equipo. Sin saber porqu�, con un trozo de hierro hice tres marcas en una
de las paredes y le expliqu� que era para que nunca olvidara lo que hab�a
jurado. A la noche, en mi cama, recordando lo vivido en los �ltimos d�as,
comenc� a sobar mi pito y tuve una nueva acabada fabulosa.
De ah� en m�s, sigui� cogi�ndome durante un mes cada dos o
tres d�as y yo cada vez lo disfrutaba m�s. Casi me hab�a olvidado de aquella vez
que me enga��. Lo est�bamos pasando bien, hasta que una tarde nos
descubrieron...
Ojal� les haya gustado este relato (que es real). Si fue as�, hag�nmelo saber
y les sigo relatando mis a�os de ni�ez. Escriban los que se hayan iniciado de
manera similar a la m�a.-
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