Relato: Testigo de la hermosura (6: Gonzalo se confiesa)





Relato: Testigo de la hermosura (6: Gonzalo se confiesa)

TESTIGO DE LA HERMOSURA VI: GONZALO SE CONFIESA



Ten�a controlado el horario de las celebraciones familiares
de Germ�n, as� que me dirig� al hotel para cambiarme de ropa y pegarme una
ducha. Antes de dos horas estaba en el restaurante, perfectamente vestido de
camarero, para comenzar una nueva aventura. Se me hab�a ocurrido emular una
pel�cula de Cadinot que me marc� especialmente, hace unos a�os. Coment� mis
intenciones con el jefe de camareros, que no me neg� credibilidad a tenor de los
detalles que le proporcion�. Y me dispuse a esperar. El grupo gozaba de un
aperitivo bajo la sombra de unos pinos, en un atardecer sofocante y claro. Yo me
paseaba furtivamente entre las mesas, intentando esquivar a Germ�n.


Cuando hacia las nueve entraron en el comedor, lo vi,
l�nguido y cansado, rodeado de sus primas y de la famosa amiga que le hab�an
presentado. Desde la ventana lo observ� c�mo se sentaba en una mesa redonda para
diez comensales, la mayor�a j�venes. Ya sab�a que se sentar�a entre la mayor de
sus primas y la desconocida, as� que s�lo fue un acto rutinario de comprobaci�n.
A medida que avanzaba el banquete, su rostro se iba ti�endo de agobio. Apenas
atend�a los reclamos de las chicas, estaba como ausente. De buena gana lo
hubiera rescatado, pero prefer� esperar para cumplir mis planes.


Cuando lleg� la hora de los postres �un carpaccio de frutas
con salsa de grosella y flores arom�ticas- me present� en el comedor y tom� una
bandeja, tal como hab�a pactado con el jefe. Me encamin� hacia la mesa que me
correspond�a, que l�gicamente era la de Germ�n, y serv� con aplomo y experiencia
el postre a las chicas. Pero cuando estaba situado tras el chico, un resbal�n
inoportuno provoc� que la salsa de grosella con aroma de flores manchara el
pantal�n de tan distinguido comensal, y comenc� la comedia de deshacerme en
disculpas y justificaciones. La sorpresa condujo al enfado, pero pronto la
simp�tica sonrisa del chico ilumin� la escena: me hab�a reconocido. Entonces me
ofrec� para limpiarle los pantalones, si se dignaba disculparme y acompa�arme,
algo que hizo encantado. Pas� frente a la mesa donde estaba su madre y le se�al�
la mancha, que me hab�a quedado un poco desviada y estaba situada cerca del
bolsillo derecho. A�adi� un escueto "Voy a limpiarme" y continu� tras mis pasos.
El Jefe de camareros me sonri� y continu� los preparativos para la tarta.


Nos metimos en el ba�o privado del personal, al lado de un
almac�n de productos de limpieza, de donde extraje un aerosol limpiador. Germ�n
quer�a abrazarse, pero yo jugu� un poco m�s y me agach� para secar con un trapo
la grosella que no hab�a impregnado la tela. Frot� suavemente un paquete que se
mostraba manifiestamente duro, hasta que el chico no pudo m�s y sac� su enorme
aparato con el que me percuti� la cara. Se re�a y me frotaba, buscando mi
abertura bucal para ofrecerme un regalo. Con paciencia le quit� la ropa y limpi�
la mancha, dejando para m�s tarde los juegos sensuales. �l se acerc� por detr�s
y me agarr� la polla mientras se pegaba a mi culo. No paraba de charlar,
sobretodo para indicarme el infierno que significaba soportar a sus primas.


-Tienes unas ideas geniales �dijo al fin, sujet�ndome el
rostro para mirarme a los ojos.


-No s� de qu� me habla �respond� seriamente-. Termino en
seguida de limpiarle la ropa.


Pero su polla erecta se restregaba contra mi cuerpo buscando
el placer. No pude resistir mucho rato. Tuve el tiempo justo de colocar los
pantalones sobre una mesa antes de notar que unas manos inexpertas buscaban mi
cintur�n, lo desabrochaban y mis pantalones ca�an hasta las rodillas. No dije
nada. Me apetec�a que el chaval me follara, y si era eso lo que pretend�a,
adelante.


Restreg� su miembro contra mi culo, buscando el ano. Lo
notaba caliente y puntiagudo, sabroso. Me inclin� sobre la mesa indic�ndole el
atajo al goce perfecto. Su punta estaba tan h�meda que seguramente no
necesitar�a lubricaci�n a�adida. Entr�. T�midamente primero, furiosamente luego,
su rabo divino se presentaba en mis adentros para equilibrar nuestra relaci�n.
Me inclin� un poco m�s y toc� fondo. Quise continuar con la comedia para ver
c�mo reaccionaba.


-Caballero, ya s� que merezco un castigo por haber manchado
su traje. Pero esto no es un castigo, �es un placer!


-�Y que lo digas!


Dijo esto �ltimo con comicidad. Sent�a un gran regodeo en
contenerlo, pero al mismo tiempo me divert�a la escena, me imaginaba por un
momento que yo era un camarero aut�ntico que reparaba el error cometido con un
cliente. Hasta que record� que no hab�a echado el cerrojo. Y ahora se escuchaban
unas voces acercarse. Pegu� un tir�n para liberarme, pero Germ�n no lo permiti�.
As� que, como un monstruo de cuatro patas nos dirigimos los dos, insertados
potentemente, hacia la puerta. Alargu� la mano y cerr�. De todas maneras, las
voces no se acercaron m�s.


-No hace falta cerrar �dijo un poco excitado-. Mola m�s que
nos puedan pillar.


-Pero, disculpe �protest�-, mi carrera como camarero...


-Tu carrera como camarero se ha terminado hoy. Te la voy a
meter hasta que te salga espuma por la boca.


Esa obscenidad produjo un inmediato efecto en mi excitaci�n,
as� que como conductor del cuadr�pedo me dirig� de nuevo hacia la mesa. Cuando
nos separamos de la puerta escuch� como se deslizaba el cerrojo. Me entr� temor,
pero la fricci�n que notaba en mi interior hizo que lo olvidara. El chico
llevaba los slip en los tobillos, y yo mis pantalones a la altura de las
pantorrillas. De cintura para arriba no nos hab�amos desprendido de ninguna
prenda. Pero las manos del chico acariciaban mi espalda y se acercaban de vez en
cuando a mis pezones, provocando un levantamiento. Otras veces se escapaba hasta
mi polla, que se ergu�a jugosa y lubricada.


-Eres un guarro, Ram�n �comenz� a susurrarme al o�do-. Cuando
te he visto, la polla se me ha puesto dura de golpe. Vas a saber lo que es
follar conmigo.


Y empez� el balanceo. Su pedazo de carne voluptuoso intentaba
echar ra�ces dentro de m�. Yo me mov�a para facilitarle el trabajo, pero al
mismo tiempo respond�a inexcusablemente a unos espasmos de placer que nac�an
espont�neos. Conten�a la fuerza vigorosa del adolescente, y cerrando los ojos me
entregaba a esa posesi�n acalorada, olvid�ndome del mundo entero y
concentr�ndome s�lo en mi agasajado ano. Ahora me besaba en cuello, me lam�a la
oreja, me acariciaba las axilas, buscaba mi ombligo para juguetear... Germ�n
probaba nuevas experiencias y crec�a, crec�a en madurez y en tama�o. Su bombeo
era explosivo, y la onda expansiva de cada explosi�n me aturd�a y me desvelaba
al mismo tiempo. Notaba su n�cleo acercarse y dilatarse, luego despedirse y
disminuir, para pronto recuperar el territorio conquistado. De repente record�
la pel�cula que me hab�a inspirado la escena.


-Nos estamos saliendo del gui�n �musit�.


-�Qu� gui�n?


-Era el camarero el que follaba al ni�o.


-Ah, �eso? Bueno, luego.


Y sigui� con su cometido, asumido responsablemente, de darme
un goce indescriptible mientras �l disfrutaba como un enano. La mesa se
tambaleaba al comp�s de sus embestidas, acompa�ando r�tmicamente la balada. La
hebilla del pantal�n rozaba el suelo, semejando el tri�ngulo de una orquesta
marcando los tiempos fuertes. El sonido lejano de los comensales en plena
pl�tica llegaba hasta nosotros, ajenos a esas interferencias que s�lo subrayaban
nuestro aislamiento.


La fricci�n continuaba. Yo me sent�a feliz y tranquilo,
deseando que el placer no se acabara. Germ�n mascullaba palabras excitantes sin
dejar de columpiarse sobre m�.


-Esto es genial, definitivo. Me encanta follar, me vuelvo
loco, Ram�n. Me quedo a vivir.


Se par� un momento como para tomar aliento, y al poco comenz�
de nuevo, con m�s fuerza, evidenciando que preparaba la embestida final. Lleg� a
los pocos minutos, en medio de un paroxismo que me pareci� recargado, acompa�ada
por r�os de semen que inundaron mis entra�as. Se qued� un rato parado, sin decir
nada, relaj�ndose despu�s del esfuerzo. Y, sin mediar palabra, agarr� mi polla
para cascarla y empez� a bombear de nuevo. Recuper� mi felicidad, puesto que
nada deseaba en el mundo m�s que seguir siendo pose�do por la fuerza
incontrolada del chaval, y me olvid� del entorno, del peligro, de la mancha y
del compromiso de limpiarla. Sus dedos �ndice se introdujeron en mi boca. Tiraba
de mis labios hacia atr�s, como si del bocado de un caballo se tratara.
Realmente parec�a que me estaba montando, �y qu� fant�stico jinete! Cabalgamos
hasta que mi chorro salpic� la mesa, manchando ahora de blanco los pantalones
que ya se secaban. Lo vi con los ojos semiabiertos, y cuando la realidad llam�
de nuevo a la puerta se me escap� una carcajada.


-�Tan poco te ha gustado? �pregunt� ofendido.


No le respond�, simplemente le se�al� la espesa capa de mocos
sobre la ropa. Alarg� el brazo y se llev� la prenda a la cara.


-Esta mancha es mucho m�s f�cil de limpiar �concluy� con un
brillo especial en los ojos.


Un minuto m�s tarde yo hab�a recuperado parte de mi semen de
la boca del muchacho. Pero el beso se cort� con una orden suya, m�s que una
petici�n.


-V�monos de aqu�. Ya no aguanto m�s a esas petardas.


La t�a de Germ�n viv�a en una hacienda a varios kil�metros de
Fraga, en medio de campos de frutales regados por el canal de Arag�n y Catalu�a.
All� se hospedaba parte de su familia, puesto que los novios se quedaban esa
noche en un hotel para comenzar al d�a siguiente su viaje de luna de miel.
Aduciendo un extra�o malestar, el chico se hab�a disculpado y hab�a pedido
dinero a su madre para tomar un taxi hasta la casa. Ni siquiera se despidi� de
sus primas, pero s� habl� un momento con su t�a para justificarse.


La habitaci�n de Germ�n era amplia y acogedora, con una
enorme cama antigua y se�orial. Nos lanzamos encima sin consultarnos, y al rato
est�bamos enlazando las lenguas e intercambiando fluidos con avidez. La boca del
chaval era deliciosa, con un ligero sabor a frutos secos, pero al mismo tiempo
extra�amente cambiante. Besar a un joven es siempre altamente sugerente. Al
placer del intercambio se a�ade la frescura de sus labios, la ternura de sus
gargantas, la inexperiencia de sus gestos, la rapidez de su aprendizaje. Germ�n
llenaba ahora mis momentos, y mi tel�fono m�vil desconectado me aislaba de
posibles interferencias. En su casa pude subsanar el d�ficit que comenzaba a
percibir. El chico me gustaba enormemente, pero me molestaba la informaci�n
limitada que sobre �l ten�a. As� que empec� a hacerle preguntas para saber m�s.
Result� ser un chico impulsivo, inteligente y muy ir�nico, bastante maduro e
independiente. Sus gustos no difer�an mucho de los de los chicos de su edad,
pero �l ofrec�a un punto de vista entre esc�ptico y sarc�stico del mundo que lo
rodeaba, haciendo que pareciera mayor. Me cont� sus aventuras en Lloret, me
ense�� una foto del franc�s donde sonre�a y otra en que conten�a en su boca el
miembro erecto del chaval. Se ri� de la posibilidad de que su madre la
encontrara, y afirm� que le dar�a un ataque, en el caso en que reconociera que
esa polla tan grande y recta era la de su hijito. Durante m�s de tres horas
estuvimos bebiendo y charlando, mezclando el alcohol con los besos. Hacia las
dos y media nos encontramos comi�ndonos el rabo. La polla r�gida del chico
estaba sabrosa, y yo me regocijaba de lamerla y saborear su espl�ndido tama�o.
�l tambi�n chupaba cada vez mejor, y se dir�a que estaba preparando la m�quina
para la pr�xima sesi�n. �sta tuvo lugar cuando �l lo decidi�. De repente
encontr� su culo en mi boca y me sent� obligado a complacerle. Lam� encantado su
dulce ojal, un poco endurecido desde la �ltima ocasi�n. Al rato se sent� de
improviso sobre mi rabo, dirigi�ndolo con sus manos hacia la ruta correcta. Y me
recibi� anhelante, lleno de vigor, ahorr�ndome el trabajo de bombear dada la
posici�n. Flexionaba las piernas lentamente, aclimat�ndose a la renovada
arremetida, recibiendo el masaje con alegr�a y expectaci�n. Me miraba y sonre�a.
Una ligera sombra se insinuaba sobre el labio superior, anunciando su car�cter
p�ber. Pero su cuerpo exhib�a una madurez sexual, vello a parte, que me
confirmaba estar follando con un hombre. Estaba despeinado, pero delicioso.
Buscaba mis pupilas y mis manos, iniciando una ternura hasta entonces
inexpresada. Yo cumpl�a con mi papel de follador, pero ahora estaba m�s
sensibilizado, y sent�a que la personalidad del chaval era tan atractiva como su
cuerpo. Nos hab�amos sincerado, pero quedaba una duda en mi mente, que pronto se
desvanecer�a. Lo hizo �l, en plena follada, con adem�n trascendente:


-Ya sab�a yo que hab�a elegido bien.


Lo mir� con cierta incredulidad, ye el chico se percat�,
mostrando una mueca.


-�No me crees?


-No s�... me siento halagado por lo que dices... pero no
estoy tan seguro de que t� fueras virgen.


-No tengo pruebas. Ya te dije que me he introducido de todo,
durante a�os. Pero nunca una polla. Y no ser� por falta de ganas.


Esper� por si yo comentaba algo, se clav� mi polla tres veces
m�s y sigui�:


-A los diez a�os deseaba que me follaran. Pero todos los que
yo hab�a escogido para cumplir mis deseos me han fallado. Menos t�.


-Para m� no es tan importante ser el primero. Si quieres
puedes decirme la verdad...


-La verdad es esa. Yo deseaba que Ram�n me follara. Aguant�
ese est�pido campamento y su actitud insultante porque me enloquec�a su cuerpo
de gimnasio. Hasta la �ltima noche tuvo que cagarla.


-�Qu� pas�?


-Estaba borracho y se qued� dormido. Yo le chup� la polla
hasta endurec�rsela un poco. Quer�a desvirgarme aunque �l estuviera ausente.
Pero no se endureci� lo suficiente... y me tuve que meter una zanahoria.


Y se ech� a re�r.


-Me est�s tomando el pelo.


-No, no �dijo m�s serio-, �por qu� crees que me gusta
llamarte Ram�n?


Asent� con la cabeza. Comenzaba a creer que no me enga�aba.


-Ram�n est� infinitamente m�s bueno que t�.


-Y es m�s joven.


-S�, pero t� tienes m�s encanto. �l es un borde. Contigo uno
se siente bien.


Estir� las piernas, bombeando sexo tres o cuatro veces m�s.
Se qued� quieto de nuevo, con todo mi miembro en su interior. Yo me mov�,
empujando hacia adentro.


-Y se puede follar �a�ad�.


-Y muy bien, por cierto.


Ya no dijo nada m�s. Cerr� los ojos y disfrut� del momento.
Su culo hospitalario encontr� y ofreci� la felicidad ef�mera que tanto buscamos.
Su empe�o esta vez fue m�s equilibrado, menos expansivo. Tragaba y sacaba mi
polla con suavidad, ejercitando la captaci�n del placer, asumiendo el goce con
rigor y contenci�n. Sus p�rpados se abr�an de vez en cuando, a ritmo delicado,
para observar mi actitud. Yo lo miraba con cari�o. Me parec�a un chico digno de
amar, especial por su descaro m�s que por su belleza. Me corr� yo primero, con
serenidad, abrazando los laterales de su t�rax que se ensanchaban hasta la
esplendidez de sus hombros, buscando su mirada para comunicarle, entre otras
cosas, una brizna de afecto. Su leche pastosa me reg� la cara poco m�s tarde,
mientras su mirada se perd�a en alg�n punto lejano del horizonte. Luego se
abraz� y me bes� c�ndidamente. Se estaba quedando dormido, pero antes pronunci�
estas palabras:


-Gracias por todo, Ram�n. Ha sido el d�a m�s feliz de mi
vida...


-�Me llamo S�c!


No me escuch�. Not� su aliento sobre mi pecho y la relajaci�n
muscular del sue�o profundo. Le bes� la frente y le acarici� el pelo, de una
suavidad envidiable. Abrazado a su pecho atl�tico me qued� dormido poco despu�s
de la visi�n fugaz de una mueca triste de Jordi.



Me despert� el portazo de un coche. Unas voces se acercaban.
�D�nde estaba? Germ�n dorm�a pl�cidamente a mi lado. Lo zarande�, pero no se
despertaba. Agarr� mi ropa y me deslic� bajo la cama. All�, casi sin espacio, me
puse los pantalones. Al cabo de poco son� la puerta. Mir� el reloj. �No llevaba!
Lo hab�a dejado sobre la mesilla de noche. Los pasos anunciaban una figura
femenina.


-M�ralo. �Germ�n! �Despierta!


La madre de Germ�n sacud�a el cuerpo inerte del chico. Al
fin, de un tir�n, levant� la s�bana. Lanz� una exclamaci�n. Desde la entrada se
escucharon unas risitas.


-�Chicas, largaros de aqu�!


-S�lo quer�amos saber c�mo se encuentra.


-Iros a la cama.


El chico se despert� de repente, consciente de su desnudez.


-�Ram�n, Ram�n! ... �Mam�!


-Germ�n, �desde cuando duermes desnudo? �Y tu pijama? �Y
qui�n es Ram�n?


-No grites, mam�. Me encontraba tan mal que me met� en la
cama como pude. Y estaba so�ando.


-Ya est�s mejor?


-No lo s�.


-�Y de qui�n es ese coche que est� en el camino?


-�Qu� coche?


-Uno que hay cerca del canal.


-No s�. Un camarero terminaba su turno y me trajo hasta aqu�.
Estaba cansado y se dorm�a al volante. Quiz� se qued� a dormir en el veh�culo.
�Has comprobado si estaba dentro?


-Pero si son las cuatro y media! �C�mo quieres que me ponga a
mirar dentro de un coche? �Necesitas algo?


-S�, un poco de tranquilidad.


La puerta se cerr� tras la se�ora. Un poco m�s templado, me
vest�, recuper� mi reloj y estudi� por d�nde salir. En el sal�n se escuchaban
risas y comentarios. Seguramente estaban tomando la �ltima copa. La ventana daba
a una terraza. Me desped� de Germ�n, que se hab�a quedado dormido de nuevo. Su
polla, sin embargo, estaba absolutamente despierta. La lam� medio minuto como
despedida. Despu�s di un beso al chico en la mejilla y salt� al patio. Alcanc�
mi coche en pocos minutos. Conduje varios kil�metros, pero el sue�o me asaltaba
y me dol�a la cabeza. Aparqu� en la cuneta y me qued� dormido.



Domingo por la tarde, de camino hacia Benasque, intentaba
hacer balance de mi situaci�n. Lamentaba como tantas veces que mi tendencia tan
acentuada hacia los chicos me estaba metiendo nuevamente en terreno resbaladizo.
Germ�n quedaba atr�s, dej�ndome una sensaci�n de algo empezado que necesitaba
completar. Ya no era el chico lejano con el que me hab�a enrollado en una �rea
de servicio de autopista, ya no era un cuerpo apetecible y dispuesto, ahora era
un ser capacitado para el amor, digno de ser amado, considerado y relativamente
tierno. Ven�a a engrosar la galer�a de chicos ilustres que impregnaban de dudas
mi sentido com�n, ya bastante repleta. Por otro lado estaba Gonzalo, con el que
sab�a que era terriblemente dif�cil llegar a una relaci�n sexual, pero que me
ofrec�a el placer de la amistad y la consideraci�n. Ser importante para un joven
es en definitiva ser importante. Gonzalo se aparec�a como el chico al que puedes
amar de forma espiritual, puesto que �l nunca dejar� que el sexo embrutezca la
pureza de una amistad, a pesar incluso de la ambig�edad del exhibicionismo
inherente a su edad. Despu�s estaba Oriol, el inefable, el ni�o-hombre que
quiere abandonar la infancia a grandes saltos, estimable por sus ocurrencias
traviesas y por su transparencia emocional, demasiado joven para saber dar
cari�o pero tan viejo como el mundo, con su sabidur�a gen�tica de efebo griego.
Y Jordi, el tierno Jordi, todo emoci�n, todo sensibilidad, fiel y noble,
estricto y responsable, extravertido s�lo hasta el punto de conservar la
dignidad, objeto anhelado del amor m�s sereno y perfecto. �Y Miki? �Hab�a
abandonado a Miki, mi novio oficial, mi ni�o amado de los �ltimos dos a�os y
pico? �Qui�n tiene la culpa de la volubilidad del teenlover? �La brevedad de ese
estado de gracia que significa la adolescencia? �La inmadurez del adulto?
�Necesidades de afecto insatisfechas?


Cuando son� el m�vil hice inconscientemente un gesto de
decepci�n. Imaginaba a los chicos llam�ndome, y yo quer�a que mi llegada fuera
una sorpresa. Pero no, en la pantalla figuraba el n�mero de mi casa. S�lo Miki
ten�a las llaves mientras yo estaba de vacaciones.


-Hola, guapo.


-Hola, cari�o. �C�mo est�s?


-Como siempre-. Su voz sonaba dudosa. -Oye, te has enrollado
con alg�n chico?


-�Joder, qu� directo! �Por qu� lo preguntas?


-�No te lo imaginas?


-Podr�a imaginarme que lo preguntas para suavizar el hecho
que t� s� te has enrollado con un chico.


-Premio.


-El tema ya est� hablado, Miki. No creo que nunca nos
enfademos por esto.


-Yo creo que s� te enfadar�s por esto �su voz sonaba jocosa.
�Adivina.


-Oye, nen, �me llamas para que adivine con qui�n te has
acostado?


-M�s o menos.


-Pero, �por qu�?


-Porque s� que te va a joder bastante. O te va a encantar. Y
vas a lamentar no haber estado aqu�.


-Vamos, canta. �De qui�n se trata?


-De un mito.


-�M�o o p�blico?


-Un mito tuyo.


Se escuch� una carcajada vecina al aparato.


-Est� contigo ese mito?


-Pues claro.


-Dile que se ponga.


-No. Tienes que adivinarlo.


-No me jodas, Miki. Que se ponga.


Las risas se acercaron.


-Hola, profe �dijo la voz


-Joder, encima eres alumno m�o. �De este a�o o de antes?


-Ja, ja, ja. De antes.


-�Qu� le has hecho a Miki?


-Di mejor qu� me ha hecho �l a m�.


-�Te ha follado?


-Y m�s cosas.


-Dime, �cu�ntos a�os tienes?


-Los mismos que Miki. Pronto cumplo diecis�is.


-Entonces vas al mismo curso que �l. O ibas.


-Iba.


-�Lo dejaste? �No ser�s uno de los gemelos?


-�Los gemelos? Ja, ja, ja. �Los gemelos tambi�n? Ja, ja, ja.
Profe, eres un pervertidor.


-�Te echaron?


-S�.


-�Por tu conducta?


-Claro.


-Y �qu� haces ahora?


-Trabajo.


-No puedes trabajar si no tienes diecis�is cumplidos.


-�Y a qui�n le importa eso?


-Ya vale �era la voz de Miki, interrumpiendo. -�De qui�n se
trata?


-No s�... Los chicos que m�s me gustan suelen ser los m�s
conflictivos, as� que hay muchos que han desertado de sus estudios.


-T� siempre has dicho que era una belleza. Pero se fue de la
ciudad.


-Como t�. Ya han quedado muchos descartados.


-�Te suena algo de una verja?


-No ser�... �Rub�n? �Es Rub�n?


-�Muy bien!


-Cabronazo! �Te has follado a Rub�n?


-M�s o menos. Sigue siendo una belleza. Y est� lampi�o, como
a ti te gustan.


-Te voy a matar. Dile que se ponga.


-Hola, profe. Te ha costado un poco.


-Rub�n, guapo, �a los doce a�os eras Dios!


-No ser� tanto.


-T� sabes bien que eres una belleza exquisita. S�lo que eres
muy agresivo.


-Era. Ya me he tranquilizado.


-�De veras has follado con Miki?


-Eso parece.


-No me lo creo. Di, �qu� es lo que m�s le gusta a mi chico?


-Yo dir�a que todo. Se pas� mucho rato chup�ndome el culo y
diciendo "joder, que bueno". Y cuando me follaba tampoco callaba.


-Me est�is tomado el pelo. T� eras absolutamente intolerante.
Tu hermano era un skin head bastante violento, y t� eras su reflejo.


-Mi hermano muri� el a�o pasado. Y ya te he dicho que me he
reformado.


-Es que no me imagino tu culo absolutamente delicioso con la
polla de mi chico dentro.


-Pues ven a verlo.


-Est�is follando ahora?


-No, eso ha sido esta noche. Por cierto, muy guapo tu queo.


-Est� a tu disposici�n.


-Vendr� a menudo. Me gusta tu cama.


-�Aunque me tenga a m� dentro?


-Quiz�s.


-�Y c�mo ha sido todo?


-Nos hemos encontrado en el multicine. Nos hemos saludado
bastante, incluso con un abrazo. �bamos a ver la misma pel�cula. Pero me he dado
cuenta de que Miki no dejaba de mirarme el culo. Y de que, aprovechando la cola,
se rozaba contra mi cuerpo.


-Al fin se ha rebotado y me ha dicho: "joder, Miki, �es que
quieres follarme?" y yo, sin cortarme, le he respondido: "no estar�a mal".


-No. Has dicho "ya me gustar�a".


-Bueno, m�s o menos.


-Hemos comprado palomitas y nos hemos sentado juntos. Yo
ten�a el envase con las palomitas en mi regazo y �l iba tomando un pu�ado de vez
en cuando... y roz�ndome t�midamente el paquete...


-Hasta que le he metido mano y... �estaba m�s tieso que un
poste de electricidad!


-Nunca me hab�a metido mano un t�o... y no est� mal, tu chico
sabe c�mo hacerlo.


-Y despu�s de la pel�cula, �hab�is ido para casa? �pregunt�
entre envidioso y contento.


-Que va. Hemos ido en moto hasta el Edipo.


-Y por el camino he notado su dureza clavada en mi culo
�a�adi� Miki, divertido.


-Rub�n, me alegro mucho de haberte encontrado de nuevo
�intervine para concluir. -Ya ves que puedes contar conmigo para lo que quieras.
Bueno, como siempre.


-Es cierto. Tu comprensi�n es lo m�s agradable que recuerdo
de mi paso por el colegio. Ah, y segu� tu consejo.


-�Qu� consejo?


-Salir con chicos de mi edad y alejarme del grupo de mi
hermano. �l acab� mal.


No me apetec�a entrar en detalles escabrosos, pero pod�a
imaginar el triste fin de Joni, fallecido antes de cumplir los veinte.


-�Tienes a�n aquellos pantalones de capoeira? �Aquellos
amarillos?


-Aquellos los tuve que tirar. Ya sabes t� por qu�.


-Lleva unos Levi�s ajustad�simos �cort� Miki. �Y una camiseta
de licra. Est� de muerte. Te lo digo para que puedas hacerte una buena paja.


-No olvidar� nunca tus calzoncillos blancos, de los que las
mam�s compran a los ni�os.


-Ese d�a no me di cuenta de nada, pero hoy he comprendido
muchas cosas.


-Chicos, estoy conduciendo, y ahora vienen muchas curvas.
Cortamos la comunicaci�n.


-Vale, profe, espero verte pronto.


-Ser� en septiembre, Rub�n. Que disfrut�is.


-Eso espero.


-Yo tambi�n �a�adi� Miki. �Cu�date mucho, S�c. Y no folles
tanto.


-�Yo? Si ligo menos que un ermita�o...


-�Y eso qu� es?


-Da igual. Un besazo.


-Te echo de menos. A ratos.


-Yo tambi�n �ment�.



Rub�n hab�a formado parte de mi imaginario er�tico desde el
primer d�a de clase. Pelo cort�simo, sonrisa contagiosa, atl�tico y muy seguro
de si mismo, alto para su edad... Todos le tem�an, no s�lo por su agresividad,
sino por la proximidad de su hermano, un mat�n de barrio que intentaba vender
droga a los chicos en las calles pr�ximas a la escuela. Sacaba de sus casillas a
todos los profesores, y su absentismo frecuente era considerado una bendici�n.
Un d�a se escap� del cole saltando la verja. Yo estaba en la planta baja y pude
observarlo todo desde la ventana. Vi c�mo se encaramaba, c�mo sus lindos
pantalones de capoeira se enredaban en las puntas de los barrotes y c�mo, al
saltar hacia el otro lado, se romp�a el tejido y quedaba a la vista su
hermos�simo trasero, blanco y moreno. Blanco de la ropa interior, moreno de su
deliciosa piel. Ten�a un rostro p�caro y sugerente, una mirada inteligente y
unos labios besucones. Adem�s de una nariz peque�a y respingona. El cl�sico ni�o
guapo y travieso. Un encanto. Yo lo miraba a menudo imaginando que su bella boca
conten�a mi polla ardiendo. Pero ten�a mala leche, mucha mala leche. Puteaba
incluso a sus amigos. Al final, salt� a una instituci�n para delincuentes. A�n
no hab�a cumplido los trece...


Su recuerdo estaba activando la circulaci�n en mi
entrepierna.



En el parking del hotel me encontr� a Gonzalo. Sal�a del
Mercedes de su padre.


-�Qu� haces?


-Nada. Las gafas de mi padre. He venido a recogerlas.


-�C�mo va todo?


Al salir del coche me dio un abrazo distante, como de torero.


-Bien. Pero tus chicos... est�n insoportables. "�Cu�ndo
volver� S�c? �Cu�ndo volver� S�c?" �imit�.


-Bueno. Y t�, �has progresado con la chica?


-Algo. Oye, he estado pensando. Si quieres hablamos esta
noche.


-�Ya?


-Bueno, mejor ma�ana. Tendr�s que... mmm ... con esos
chavales. Aunque yo dir�a que no han perdido mucho el tiempo.


Mir� el cuerpo perfecto de Gonzalo. Vest�a unos shorts de
estampado militar y una camiseta blanca, ambas prendas muy ajustadas. Se percat�
de mi an�lisis, por otra parte nada disimulado.


-Est�s muy guapo.


-Ya.


Entramos, y sin despedirse desapareci�. Salud� a mi hermana y
me dirig� a mi habitaci�n, esperando poder descansar un poco antes de cenar.
Pero no pude. Un jolgorio en mi puerta me indic� que los cachorros sab�an ya de
mi regreso. Abr�, con cansancio pero tambi�n con ilusi�n. El peque�o Oriol se
lanz� a mis brazos.


-S�c, �ya est�s aqu�!


Me bes� en la boca agarr�ndose a mi cuello con poca fuerza.
Tan poca, que si no lo sujeto se cae al suelo. Se pegaba como una lapa y no me
soltaba.


-Vale ya.


Jordi se hab�a quedado a un metro, con la vista en el suelo.
Lo abrac�, y se derriti� en mis brazos. No me besaba, estaba paralizado. Cuando
busqu� su boca me di cuenta de que estaba llorando. Le cubr� la cara con mi
brazo para que el peque�o no lo viera. Tem�a una burla est�pida de la
sensibilidad de mi ni�o. Poco a poco se fue dominando, y pronto sent� sus labios
en los m�os, y mi lengua busc� una proximidad m�s intensa, que consigui� en
seguida. El gesto dur� unos minutos, pero Oriol no perdi� el tiempo. Su mano ya
estaba en mi sexo, y su boca se acercaba temerariamente a �l..


-Venga, vamos a follar �casi grit�.


-Oriol, no grites. Debes tener m�s cuidado...


-Ya lo s�, perdona.


-Adem�s, hoy no vamos a follar.


-�Y qu� mas! Otra broma de las tuyas.


Jordi a�n no hab�a abierto la boca.


-Mirad, vengo absolutamente derrotado. Y si ma�ana nos vamos
de acampada... debo descansar. No olvid�is que yo conduzco, y que velo por
vosotros... Es decir, nunca descanso. Esta noche me merezco descansar.


Oriol, como es l�gico, protest� durante rato. Jordi, sin
embargo, no dec�a nada, pero su actitud era tan tierna que emocionaba. Me
abrazaba continuamente, me cog�a la mano y me obligaba a abrazarlo, pon�a
renovadamente su piel en contacto con la m�a, me acariciaba...


Cen� con mi hermana. Salud� a los padres de Jordi y a la
madre del peque�o. Apareci� Gonzalo, que ahora vest�a una camisa y vaqueros.
Cuando devoraba el postre se acerc�, salud� con un gesto a Sole y me pregunt�:


-�Vais a estar en la sala de juegos?


-No creo, Gonzalo. Yo estoy extenuado y necesito reposo. Creo
que ir� directo a mi habitaci�n y ver� algo de tele para conciliar el sue�o.
Ma�ana, despu�s del desayuno planeamos la acampada, compramos la tienda y nos
vamos. �Te parece bien?


-Muy bien. Que descanses.


Vi su culo alejarse y so�� por en�sima vez que me encontraba
dentro. Sole se ri� de m�.


-�ste se est� resistiendo, �no?


La programaci�n televisiva veraniega roza la estupidez.
Estaba desvelado. Quer�a dormir, pero no lo consegu�a. No hac�a m�s que pensar
en las l�grimas de Jordi, que casi provocan las m�as. El chico hab�a aceptado
sin reservas mi necesidad de descanso. Estaba seguro que hab�a imaginado que
dormir�a con ellos aquella noche, y que lo deseaba, pero sin embargo se hab�a
conformado sin rechistar. Adem�s de bello e inteligente, era un chico noble y
comprensivo.


Llamaron a la puerta. Me dispuse a argumentar de nuevo mi
necesidad de descanso ante el rubito, pero no era �l. Era Gonzalo.


-�Hablamos?


Titube� un poco, pero ced�. El madrile�o vest�a unos
pantalones deportivos blancos y una camiseta de tirantes. Sus hombros fuertes y
morenos destacaban la presencia atractiva del muchacho. Se sent� en la cama. Yo
a su lado. Comenz� a hablar sin mirarme a la cara.


-Siento el comentario del otro d�a...


-Ya te disculpaste. No tiene importancia. S�lo falta que me
cuentes lo que hay detr�s.


-A eso voy. Es que no s� por d�nde empezar.


-Eso es normal. T�mate el tiempo que quieras.


Me acerqu� un poco y lo abrac�. �l demostr� incomodidad. Me
separ� de nuevo sin hacer ning�n comentario.


-No, no te ofendas. No me molesta que me abraces. Es que no
estoy acostumbrado.


Mi mano recuper� el contacto con su hombro.


-Me siento un poco rid�culo �continu�. �Lo que voy a contarte
no es importante.


-Basta que sea importante para ti. An�mate y empieza ya.


-Bueno. �Te has dado cuenta de que mi padre es mucho mayor
que mi madre?


-Claro. Podr�a ser tu abuelo.


-Nunca ha habido buen rollo entre �l y yo. De peque�o, no
recuerdo que me dedicara ni cinco minutos. Y ahora... Bueno, la familia de mi
madre procede de Barcelona. Cuando yo era un enano mi abuela me hablaba catal�n.
Por eso lo entiendo perfectamente.


-Yo cre�a que era por tu inteligencia.


Me mir� y sonri�. Pero pronto recuper� el tono grave.


-Y se podr�a decir que Enrique, el hermano de mi madre, me
hac�a de padre. Jugaba conmigo, me tra�a regalos... Es un poco mayor que t�.
Tiene treinta y dos a�os, creo. Viv�a en Barcelona, pero por motivos laborales
pasaba temporadas en Madrid. Siempre he sentido un gran cari�o por �l. Cuando yo
ten�a seis a�os, mi abuela se traslad� a vivir con nosotros. Me parece que me
mimaba demasiado, porque recuerdo que mi padre la amonestaba continuamente y
dec�a que entre todos me estaban amariconando. Mi padre es un facha de mucho
cuidado. Fue militar, �y yo soy pacifista! No s� por qu� motivo, pero cuando yo
ten�a siete a�os mi padre ech� a mi abuela y prohibi� a mi t�o poner los pies en
mi casa. Fue un golpe duro para mi madre, que se resign� para no romper su
matrimonio. Total, que mi infancia fue un poco solitaria.


Hizo una pausa. Se quedo pensativo.


-Lo que te voy a decir no lo he contado jam�s. Espero que
entiendas que me cuesta mucho.


-T� sabes perfectamente por qu� est�s aqu�.


Y lo abrac� con m�s intensidad.


-Me invent� un amigo imaginario. Jugaba con �l, hablaba con
�l, me hac�a compa��a. Lo llamaba Enrique.


Se qued� callado, avergonzado por la confesi�n.


-Era un mecanismo de defensa contra la soledad -evalu�.


-Odio a mi padre �dijo casi llorando. �Creo que lo he odiado
siempre. Te lo juro: no siento ni una pizca de cari�o por �l.


-Bueno, aunque sea en el fondo de tu coraz�n...


-Nada. A veces pienso que cuando se muera sentir� felicidad.
Hace a�os que me imagino su funeral.


-Volvamos a tu t�o, que me parece que es la clave.


-S�. Bueno, mis amigos eran mis vecinos, ni�atos est�pidos y
cre�dos, hijos de militar como yo. Pero hace dos a�os se muri� mi abuela. Yo me
sent�a ya demasiado mayor para abrazarme a mi t�o, pero despu�s del funeral
estuve charlando m�s de tres horas con �l. Se parec�a mucho al amigo que hab�a
dise�ado. Mi madre sac� pecho y se enfrent� al viejo. Y goc� de nuevo de la
dedicaci�n y la amistad de mi t�o. Creo que si hoy soy un chico normal, sin
demasiados traumas, se debe a la ayuda de Enrique.


-�Y qu� m�s? �Cu�ndo empieza el conflicto?


Me mir� un instante.


-Hace un a�o, mi t�o, que trabaja de directivo de una
multinacional de alquiler de veh�culos, se traslad� a Madrid. Mi felicidad fue
enorme. Nos ve�amos muy a menudo. Pero mi padre comenz� a mosquearse. Yo dir�a
que estaba celoso. Enrique dedicaba mucho de su tiempo libre para estar conmigo.
Hasta que...


-Me huelo el desenlace.


-Empez� a acercarse demasiado. Me abrazaba muy tiernamente,
quiz� demasiado. Me besaba, me acariciaba... Eh, el t�o es muy macho... quiero
decir que no se le notaba nada... pero se fue volviendo atrevido hasta que un
d�a se qued� a dormir en casa, en la habitaci�n de los invitados, al lado de la
m�a. Estuvimos hasta tarde con los videojuegos y a mi me estaba entrando sue�o.
Me quer�a acostar, pero parec�a no querer marcharse. Me desnud� medio escondido
para ponerme el pijama, y �l me observaba atentamente. Me dijo: "eres muy
atractivo". Y yo le pregunt�: "�te gusto?", a lo que �l respondi�: "mucho". Pero
yo no entend� que le gustara de esa manera. Pens� que le gustaba como persona,
como parte de la familia. Dorm� muy c�modo. Yo recuerdo que estaba muy a gusto,
muy relajado, hasta que de pronto me despert� y me encontr� que ten�a el pijama
bajado, la polla al aire, bien tiesa, y su mano agarr�ndomela y cascando. Me
llev� un gran sobresalto. Pero �l s�lo sonri� y me pidi� que le dejara
continuar. No quise y lo ech�. Se resign�. Yo no pude pegar ojo en el resto de
la noche. Hab�a ca�do un mito, mi m�ximo modelo se hab�a desmoronado de una
forma est�pida. Yo nunca me hubiera imaginado que �l sintiera deseo por m�.


-Reaccionaste un poco tr�gicamente, �no?


-Luego me di cuenta. A primera hora de la ma�ana llam� a mi
puerta y quiso hablar conmigo. Me cont� que se hab�a enamorado de m� y que no
hab�a podido resistir el deseo. Yo no quise escucharlo. Sali� mi educaci�n
conservadora y cort� por lo sano. Lo peor fue que mi padre se hab�a levantado ya
y escuch� parte de la conversaci�n, y cuando tuvo claro de qu� se trataba entr�
y ech� a patadas a mi t�o. Yo no mov� un dedo por defenderlo.


-�Y qu� m�s pas�?


-Intent� hablar por tel�fono, pero mi padre coloc� un filtro.
Al cabo de pocos d�as me enter� de que hab�a solicitado el traslado a Costa
Rica. Creo que mi padre lo presion� para que desapareciera.


Respir� profundamente. Me colocaba en el puesto de Enrique.
Gonzalo ten�a atractivo suficiente como para enamorarse locamente de �l.


-Esto pas� en junio, hace un mes. Si te lo cuento es porque
en este tiempo mi opini�n ha cambiado, y tengo ganas de comentar con alguien mi
forma de ver las cosas ahora.


-Muy bien.


-Lo sigo queriendo como a un gran amigo. Ya le he perdonado
la violaci�n, porque entiendo su grado de enamoramiento. He recapacitado y me he
dado cuenta de que me dedicaba much�simo tiempo, no me faltaba de nada. Mejor,
llenaba todos los vac�os que ten�a. No puedo reprocharle que me quiera, aunque
sea de esa forma tan especial. Intent� liberarme de la influencia de mi padre y
analizarlo todo libremente, y creo que reaccion� est�pidamente. Tendr�a que
haberlo escuchado y ahora seguir�a siendo mi amigo. Creo que, en su
desesperaci�n, prometi� que nunca m�s me tocar�a un pelo. Tendr�a que haber
aceptado sus disculpas y mantener la amistad. Pero reaccion� como un ni�o. Ahora
creo que ya no lo soy.


Sonre�. La madurez del chico estaba a la vista. Me mov� un
poco. Me dol�a la espalda por la posici�n, as� que me tend� en la cama,
abandonando el abrazo. Gonzalo suspir� y se tendi� perpendicularmente, apoyando
su cabeza en mi est�mago.


-�Qu� te parece?


-Que eres alguien muy especial. �C�mo no te diste cuenta
antes?


-Porque era mi t�o. No soy tonto, hace a�os que me doy cuenta
de las miradas que me echan muchos hombres. S� que muchos me follar�an,
incluy�ndote a ti. Pero ese no es mi rollo. �Sabes? He pillado a mi padre
mir�ndome obsesivamente el trasero varias veces.


-A veces pasa que los padres desean a sus hijos.


-Pues nada que hacer. Ni tampoco mi t�o. Ni t�. �Por qu�
dices que soy especial?


-Hombre, como adolescente que eres te gusta ser admirado.
Est�s muy bueno, ya lo sabes, y me encanta con qu� naturalidad aceptas que Oriol
juegue a provocarte. Los cachorros y yo llevamos una din�mica que te excluye un
poco, y t� tienes mucha paciencia.


-Te crees que no me doy cuenta de que la tienes dura?


Lade� un poco la cabeza.


-Te lo digo de verdad, quiz� porque lo de mi t�o no lo puedo
reparar. Tu polla tiesa est� a menos de veinte cent�metros de mi boca. No siento
repugnancia, ni excitaci�n, claro. Si tu me respetas, yo te respeto. Aunque me
imagino que m�s de una paja te habr�s hecho pensando en m�.


-S�lo en el coche.


-Me tocaste, �verdad?


-Aunque no me creas, no te toqu�. Me cuesta dominarme, pero
te respeto.


-Por eso te considero mi amigo. Y me acuerdo de la promesa
que te hice. Un beso de amigo.


-No est�s obligado a nada. Si no te apetece, lo olvidamos.


-S� que me apetece. S�lo que no pienses que eso te abre
puertas.


Se incorpor� y me mir� a los ojos. Yo segu�a tendido en la
cama, expectante. Mientras sus labios se acercaban yo me preguntaba si la lengua
cobrar�a protagonismo. Despu�s de un ligero besuqueo exterior, los labios se
sellaron, y su lengua no tard� en enlazarse con la m�a. Fue un beso un poco
casto, pero un buen morreo al fin y al cabo. La boca del chico me pareci� fresca
y perfumada. Yo lo abrac�, inconscientemente, para intentar alargar el contacto.
Pero no dur� mucho. Se alej� despacito sin dejar de mirarme a los ojos. Luego se
lami� los labios.


-No est� mal �dijo.


-No te dio asco?


-�Asco? �Por qu�? Eres una persona limpia. Eres mi amigo.
Sabes mi secreto.


-Y t� los m�os.


-�Seguro?


-S�.


-�Te refieres a que te has enamorado de Jordi? �O que has ido
a una boda a follarte a otro chaval?


-Eres muy largo.


-No creas que me molesta que me lo cuentes. Creo que estoy
preparado para escuchar cualquier cosa.


Llamaron a la puerta. El madrile�o se levant�. Nos abrazamos
con la izquierda mientras con la derecha nos d�bamos la mano.


-�Amigos?


-Amigos de verdad.


Eran los chicos. Jordi me lanz� una mirada triste. Oriol, en
cambio, se pudo a gritar:


-�Estabais follando!


-S�, S�c me ha follado hasta que me ha salido por la boca
�respondi� Gonzalo riendo. Se despidi�.


-Nos vemos ma�ana.


Las manos se fueron autom�ticamente a abrazar a los chicos.
Oriol insist�a:


-�Hab�is follado?


-No. Hemos estado hablando. Recuerdas que el chico me deb�a
una justificaci�n? Pues ha cumplido. Y, por cierto, ha quedado claro que no
tenemos ninguna posibilidad, ni t� ni yo.


-Y Jordi? �pregunt� el rubito.


-No creo que Jordi se haya propuesto follarse a Gonzalo,
�verdad?


Lo bes� tiernamente y se contorne� como un felino. Estaba
sonriendo.


-Queremos dormir contigo �dijo al fin el peque�o.


-Dormir, dormir �a�adi� Jordi, que hablaba por primera vez.
�No vamos a molestar tu descanso.


-Est� bien. �Ten�is coartada?


-S�.


-�Gonzalo?


-Es un buen amigo.


-Pero hoy nada de sexo, �vale?


-Bien.


Nos metimos en la cama, posici�n tradicional. Y empezaron a
bombardearme a preguntas. No callaban, y el cansancio me iba venciendo. Lade� la
cabeza tomando como almohada el pecho esbelto de Jordi y suspir� profundamente.
Jordi no pod�a moverse, y notaba su aliento en mi o�do. Pero Oriol no tard� ni
tres minutos a manosearme. En seguida se trag� mi polla, que ya hab�a
reaccionado. A pesar del placer, al poco rato me hab�a quedado dormido,
sosegadamente dormido. Un rato m�s tarde me despert� ligeramente y cambi� de
posici�n. Not� la boca de Jordi cerca y lo bes�. Despu�s, mientras me adormilaba
de nuevo, capt� que unos dedos diminutos hurgaban en mi culo. Mis compa�eros de
cama pasaron una noche muy movida, pero yo descans� suficientemente.


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Relato: Testigo de la hermosura (6: Gonzalo se confiesa)
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