Relato: La Historia de Hugo





Relato: La Historia de Hugo

LA HISTORIA DE HUGO


Hola a todos, me llamo Hugo, soy ecuatoriano, y un aut�ntico
depravado sexual. Se sorprender�n ustedes de esta extra�a declaraci�n inicial,
pero viene a cuento precisamente porque lo que pienso narrarles es precisamente
eso, una autopsia, un an�lisis interior de mi depravaci�n. Escribo este relato
porque me encantar�a compartir con ustedes una experiencia que tuve en un pa�s
tan alejado del m�o, tanto en el estricto sentido geogr�fico, como en el social
y cultural: Espa�a.


F�sicamente no soy muy agraciado, apenas alcanzo el 1,70 de
altura, tengo la barriguilla t�pica de los excesos cometidos con la cerveza y la
piel muy morena, casi cobriza, porque mi madre es de ascendencia india.


Tambi�n debo reconocer que mis escasas experiencias reales en
mi pa�s no cubr�an para nada todas mis expectativas y mis deseos: se reduc�an a
besar y tocar algo de teta a alguna india inocente de mi pueblo, pues provengo
de un pueblo peque�o en el que, como en todos los de mi pa�s, estaba tan
arraigada la religi�n cat�lica y las costumbres que conlleva que, hasta el
matrimonio, es muy complicado consumar el acto sexual, y ya casado, muy dif�cil
poder llevar a cabo todos los juegos que imaginaba un depravado como yo con una
de nuestras virtuosas mujeres.


En uno de estos juegos con una chica del pueblo tuve la
desgracia de dejarla embarazada, por lo que no me qued� m�s remedio que casarme.
Si no lo hac�a, sus hermanos y su padre me buscar�an para gatillearme seguro.
As� que me cas�, pero mi esposa demostr� ser un t�mpano. La frialdad de mi
esposa hizo por lo tanto que siguiera buscando aprovecharme de las indias
jovencitas.


En uno de los muchos intentos por despertar un poco la libido
de mi fr�gida esposa tuve la desgracia de dejarla embarazada de nuevo. La
situaci�n era ya bastante penosa para alimentar a una mujer y a un hijo, porque
s�lo encontraba trabajo de jornalero de forma ocasional, as� que la llegada de
otro hijo convirti� dicha situaci�n en insostenible, por lo que no me lo pens�
mucho y aprovech� la oportunidad que me surgi� a trav�s de la misi�n salesiana
para viajar con los curitas a Espa�a, s�lo tuve que fingir algo de fervor
religioso, la miseria en la que viv�amos hizo el resto. Una vez all�, ya me las
apa�ar�a para zafarme de ellos.


Desde mi llegada a Espa�a cre�a que mi vida sexual iba a ser
m�s complicada todav�a: ve�a a todas aquellas mujeres blancas y hermosas,
siempre muy arregladas, elegantes y sensuales como algo inalcanzable para mi
(como se iban a fijar en un ecuatoriano feucho como yo, que apenas ten�a para
vivir). Me encontraba a mis 30 a�os con una ansias tremendas y ante una
perspectiva nada halag�e�a para satisfacerlas, pero tuve mucha suerte: Al poco
tiempo de llegar me surgi� la oportunidad de trabajar como repartidor para una
florister�a en M�laga, y all� conoc� a Carmen, que regentaba la florister�a y
viv�a con otras dos chicas y el novio de una de ellas en una casa grande.


No es el prop�sito de esta historia relatarles mis
experiencias sexuales con Carmen, as� que no me extender�, s�lo les dir� que se
convirti� en una sumisa compa�era sexual, a la altura de las expectativas de mi
depravaci�n.


El detalle que verdaderamente interesa es que me ofreci� la
posibilidad de ir a vivir con ella, lo cual, adem�s de venirle muy bien a mi
menguada econom�a, me permiti� conocer y disfrutar de la verdadera protagonista
de este relato.


Se llamaba Alba, y desde que la conoc� se convirti� en mi
obsesi�n y en la causa y estrella principal de mis m�s perversas fantas�as.
Intentar� describirla, aunque mucho me temo que, por m�s que me esfuerce, no
lograr� hacerle justicia. Su tez era blanca, muy ligeramente dorada por los
rayos del sol, tendr�a m�s o menos mi estatura, sobre 1�69, una cara a la que un
s�lo calificativo no le har�a justicia, con labios gruesos que podr�an volver
loco a cualquiera cuando dibujaban una sonrisa, ojos azules, peque�os,
achinados, brillantes e inocentes; un rostro en definitiva que podr�a ser
resumen y compendio de la dulzura, pero puesto en un cuerpo de esc�ndalo:
cintura estrecha, un pedazo de trasero firme y resping�n, y sobre todo, la
locura: unos pechos..., �que digo pechos! ��melones!! Enormes, redondos y
firmes, coronados por unos oscuros pezones que parec�an pretender romper
constantemente toda prenda que los cubriera, m�s bien los aprisionara.


Tal maravilla, aquella diosa, ten�a una cualidad mejor para
mis perversos planes: era incre�blemente t�mida e inocente, y adem�s, su novio
casi nunca estaba en casa.


Comprender�n que, desde la primera vez que la vi, se
convirti� en el centro de todas mis fantas�as, y mis desvelos ven�an dados por
buscar la forma de llevarla a mi terreno, poder usarla, disfrutarla. Mi mente
elaboraba planes continuamente, algunos rondando lo absurdo, con un denominador
com�n: ella.


Me acuerdo de la primera vez que la vi tomando el sol con
Carmen y Raquel, la otra chica que viv�a con nosotros, en la terraza de la casa:
llevaba un ba�ador bastante antiguo, nada que ver con los bikinis de Raquel y
Carmen, a�n as�, esa visi�n hizo que tuviera que ir al ba�o a masturbarme antes
de ir a la terraza a hacerles compa��a, a estar m�s cerca de mi diosa.


Llevaba ya un buen rato revoloteando por la terraza sin saber
muy bien qu� hacer para permanecer all� sin quedar en evidencia como mir�n y
adem�s sin atisbar como realizar alg�n avance significativo en mi objetivo,
cuando vino en mi auxilio Carmen, mi novia. Alba le hab�a pedido que le pusiera
un poco de crema bronceadora en los hombros y la espalda, pero Carmen ya se
encontraba c�modamente tumbada, as� que dijo: "que lo haga Hugo, as� hace algo".
Not� que, al mismo tiempo que mi polla reaccionaba inmediatamente a la
invitaci�n, suced�a lo mismo con el rostro de Alba, que empez� a adquirir un
fascinante tono sonrosado. Evidentemente se avergonzaba, seguro que no le
resultaba c�modo que lo hiciera yo, pero era algo tan inocente que no pod�a
encontrar ninguna excusa para negarse.


Me acerqu� intentando adoptar una pose de normalidad, me
apoder� del protector solar y me arrodill� en la tumbona a su lado. Comenc� a
untar por el centro de la espalda con las yemas de mis dedos, no quer�a
precipitar mis movimientos para echarlo todo a perder. Poco a poco fui posando
la palma de mi mano sobre su espalda y comenc� a abarcar cada vez m�s superficie
de su piel. Sub� a los hombros y comenc� a apartar de forma muy sutil los
tirantes del ba�ador hacia los laterales hasta descolgarlos de sus hombros. En
este momento di un paso crucial: le suger� que era mejor que retirara los brazos
sino le iban a dejar marcas de los tirantes. Dud� un instante pero lo hizo, y en
la maniobra pude vislumbrar por primera vez uno de sus oscuros pezones, s�lo fue
un instante, como un chispazo, pero casi provoca que mi polla reviente el
pantal�n. Segu� amasando, ahora con familiaridad su espalda, pero la blanca piel
de sus melones, que se insinuaba por los laterales de su cuerpo era una gran
tentaci�n. La prudencia me aconsejaba que no lo hiciera, pero no pude
resistirme, me sent� sobre su magn�fico trasero y comenc� a untar tambi�n los
laterales de sus melones, mientras mi polla descansaba acomodada entre sus
nalgitas. Su cara estaba como un tomate, pero no dijo nada, simplemente miraba
de vez en cuando a Carmen con temor. S�lo al principio movi� un poco sus
caderas, inc�moda, pero cuando se dio cuenta de que lo �nico que consegu�a era
aumentar la fricci�n de su trasero con mi polla, permaneci� quieta. Cuando por
fin abandon� mi posici�n, lo hice para volver al ba�o con urgencia a
masturbarme, pues no era cuesti�n de que Carmen y Raquel notaran la mancha de
semen sobre mi pantal�n, mancha que ya hab�a dejado por cierto huella sobre su
ba�ador. Esa noche pose� a Carmen con violencia pensando en Alba.


En los d�as siguientes aprovechaba cada oportunidad que ten�a
para rozarme con ella: una noche est�bamos Raquel, Carmen y yo viendo la tele a
oscuras cuando lleg� Alba de trabajar. S�lo quedaba sitio a mi lado en el sof�,
as� que tras comprobar este dato, puso una ligera mueca de contrariedad y se
sent�, pero pegada al otro extremo. En vista de que dejaba la plaza del centro
libre, me despoj� de las chanclas y coloqu� all� mis pies. La primera vez que,
de forma involuntaria, mi pie desnudo roz� su pierna sent� una corriente de
placer que sub�a desde el afortunado dedo que hizo el contacto hasta la polla,
comenc� a sentirme tremendamente excitado, as� que decid� hacerme el dormido y
aumentar los roces de mi pie con su pierna desnuda. Cada vez que la tocaba era
como si sintiera un calambrazo, se estremec�a, pero no dec�a nada, lo cual era
perfecto para mis planes: demostraba que prefer�a soportar ese tipo de
situaciones antes que montar un esc�ndalo, supongo que por Toni, su novio y su
amiga Carmen.


Poco a poco fui subiendo su falda holgada, pero no me
bastaba, as� que , aprovechando que estaba sentada de lado, presion� con fuerza
entre sus piernas hasta conseguir situar mi pi�, sin importarme ya que se diera
cuenta de que no estaba dormido. Ella al principio, se molest� en intent�
retirarlo, pero en vista de que no lo consegu�a, y para evitar que Carmen y
Raquel se percataran de nada, dej� de moverse y se cubri� con la mantita. Pude
depositar con total confianza la planta sobre su intimidad, la cual comenc� a
frotar sobre las braguitas. Necesitaba sentir la humedad de su co�o directamente
sobre mi piel, por lo que, con muchas dificultades, consegu� apartar lo
suficiente la braguita para, con el dedo pulgar, frotar directamente sobre su
desprotegido co�o. No detuve el contacto hasta que not� sobre mi piel la tibieza
h�meda de su orgasmo, lo que provoc� que me mojara en los calzoncillos de
inmenso placer.


Tambi�n me puedo acordar ahora de la vez que nos acompa�� a
Carmen y a mi al cine. R�pidamente Carmen se dirigi� a una de las filas de la
parte de atr�s: le gustaba ver la pel�cula desde esas filas y para que no se
planteara el debate y tuviera que ceder y sentarse hacia delante, ya se dirig�a
hacia esos sitios y se acab� la historia. Yo aprovech� para seguirla y sentarme
a su lado, por lo que Alba, muy a su pesar ya que pensaba situar a Carmen entre
los dos, tuvo que sentarse a mi otro lado. El problema de los cines modernos es
que tienen las filas de butacas muy juntas, por lo que, si quieres sentarte
adoptando una postura c�moda, no te queda m�s remedio que inclinar tus rodillas
hacia uno de los lados. Al lado de Alba se sent� un chico bastante alto que las
inclin� hacia ella, as� que a mi diosa no le qued� m�s remedio que hacer lo
propio hacia mi lado, dej�ndolas a mi disposici�n.


Llevaba puesta una falda de verano de esas con vuelo que le
tapaba la rodilla, sin embargo, tener esa rodilla all�, asomando hacia el
espacio de mi butaca y la oscuridad de la sala de cine excit� mi libido. Dej� mi
mano como si nada sobre su pierna y con la yema de mis dedos acariciaba en
peque�os c�rculos su rodilla, ella como sin querer mov�a cada vez mas sus
piernas intentando alejarse y mis inocentes caricias cada vez eran m�s
evidentes, en ese momento, en uno de sus movimientos, liber� la falda
aprisionada contra la butaca y pude alzarla un poco m�s, dejando al aire buena
parte de su pierna, teniendo as� acceso a ella. Un escalofri� recorri� mi
cuerpo, pero autom�ticamente sin poder -ni querer- evitarlo sub� mis dedos hasta
su muslo, mi estado era indescriptible, estaba totalmente excitado, me derret�a
pensado en aquel cuerpo joven que incitaba al pecado y me imaginaba mi verga
dura entrando y saliendo de ella, absorto en ese mar de sensaciones mi mano
subi� por su muslo hasta muy cerca de su entre pierna, me qued� inm�vil
esperando su reacci�n. Al cabo de unos segundos que me parecieron horas, su
rostro miraba hacia mi con gesto de evidente reproche, pero vi que no pensaba
tomar ning�n tipo de medidas, aceptaba con resignaci�n mi claramente
intencionado ataque, una vez m�s le preocupaba much�simo m�s cualquier tipo de
esc�ndalo que sentirse atropellada por mi.


Mi mano continu� movi�ndose por la fin�sima piel de sus
aductores ya debajo de su falda, Mis dedos, sedientos, siguieron avanzando,
lenta pero implacablemente hasta conseguir rozar e borde de su braga. En ese
momento pareci� que no aguantaba m�s he hizo amago de levantarse, pero mi
actitud firme sujetando su muslo y, sobre todo, una mirada inquisitoria de su
vecino de butaca al ver su movimiento le hicieron desistir y lo que hizo fue
depositar la chaqueta sobre las piernas. Tras darme un momento de pausa, mis
dedos comenzaron a jugar con el el�stico de su braga, col�ndose cada vez m�s en
su interior, acariciando ya los rizos de su vello p�bico. Cuando not� el
contacto de sus labios vaginales en la yema de mis dedos, otra vez un escalofr�o
volvi� a recorrer todo mi cuerpo, tuve que hacer un enorme esfuerzo de auto
contenci�n para no correrme en los pantalones. Acarici� durante un rato aquella
fruta prohibida, retrasando su profanaci�n, disfrutando con deleite cada m�nimo
movimiento hasta que comenc� a notar su humedad.


En ese momento comenc� a introducir dos dedos suavemente en
su acogedora cueva. Ella no pudo reprimir un leve gemido, yo tampoco pude evitar
depositar algunas gotas de semen en los calzoncillos. Retir� mi mano disfrutando
mi triunfo, le mostr� los dos dedos profanadores y proced� a met�rmelos en la
boca degustando el sabor de sus l�quidos para, acto seguido, empapados en
saliva, conducirlos por debajo de su blusa hasta sus dur�simos y erectos
pezones. Al notar el tacto de mi mano en sus pechos no pudo evitar otro gemido e
intent� soltarse de mi mano, pero volvi� a desistir al percatarse de que no
estaba dispuesto a abandonar mi presa y lo �nico que conseguir�a ser�a llamar la
atenci�n de su vecino de butaca o de Carmen. Yo, completamente entregado al goce
del momento, dej� caer mi cabeza hacia atr�s mientras mi mano jugaba con su
pecho. Cuando apret� casi pellizcando un pez�n, Alba no pudo evitar un gemido de
placer que tuvo que disimular r�pidamente con un repentino ataque de tos
mientras comprobaba que nadie se hab�a percatado. Mi excitaci�n era brutal,
dirig� mi otra mano de forma decidida, sin medir las consecuencias, sin timidez
alguna, hacia su entrepierna. Con ella jugaba, exprim�a, su co�ito y volv�a a
colarme con dos dedos a la vez en su vagina produci�ndole un orgasmo. En esos
momentos me tuve que levantar yo al ba�o a hacerme una urgente paja, pues mi
polla se encontraba a punto de estallar.


Pero la vez que m�s disfrut� de este tipo de acosos, tal vez
porque estaba su novio Toni presente, fue aquella en la que nos acercamos a
bailar todos a un conocido local de M�laga para celebrar el cumplea�os de
Raquel. He de decir que Toni era como un elefante en una cacharrer�a y a Alba le
encantaba bailar, yo, modestamente tengo que reconocer que es algo que se me d�
bien, desde joven comprend� las enormes posibilidades que me brindaba con las
mujeres desarrollar esta habilidad.


Alba debi� intuir mis intenciones porque se agarr� a Toni
para bailar con �l y tuve que conformarme con hacerlo con Raquel y Carmen,
mientras ve�a a mi diosa en manos de aqu�l patoso. Pero el muy idiota acudi� en
mi ayuda: en un momento que nos sentamos a tomar algo, Alba finaliz� con
celeridad su copa y se levant� alegre, tirando de Toni para seguir bailando,
pero este, por la escasa habilidad que demostraba, y por su estado de
embriaguez, se neg� y fue �l mismo el que sugiri� que bailara conmigo. Resultaba
ir�nico tenerlo all� convenci�ndola para que se arrojara en mis brazos. Ella no
se opuso mucho, no pod�a demostrar demasiada reticencia a bailar conmigo sin
arriesgarse a tener que dar explicaciones, adem�s se encontraba evidentemente
algo bebida.


Durante, el baile aprovech� para arrimarla todo lo posible a
mi, cuando est�bamos fuera del alcance de la vista de los dem�s mis manos pronto
se depositaron en sus nalgas, pude oprimirla con impunidad contra mi endurecida
polla. Tampoco pude resistir la tentaci�n de jugar con mi lengua en el l�bulo de
una de sus orejas, e incluso logr� introducirla en su boca cuando la abri� al no
poder contener un gemido. Al acabar la canci�n me atrev� a asir aquellos
fabulosos melones entre mis manos, alzarlos, y dedicarles una caricia de mi
lengua es su nacimiento a trav�s del escote.


Ya de vuelta a casa, Raquel tuvo que conducir debido a la
borrachera de Toni. Alba por supuesto se situ� en el asiento del copiloto, pero
yo me sent� justo detr�s y, tras situar a Toni como barrera ante la vista de
Carmen, aprovech� para deslizar mis manos hacia Alba, de tal modo que las
afortunadas permanecieron todo el viaje de vuelta jugueteando con sus magn�ficos
pezones. Tambi�n tuve que ser yo el que le ayudara a ella a subir a su dormido
novio a la habitaci�n. Una vez depositado el seguidor de Baco sobre la cama,
tampoco pude reprimirme, arranqu� los botones superiores de su blusa de un tir�n
y volv� a pasar mi lengua sobre el nacimiento de aquellos sabrosos melones, sin
que ella tuviera tiempo siquiera para reaccionar.


Pero las cosas no avanzaban lo suficiente, mi enorme ans�a
por su cuerpo cada vez exig�a m�s y m�s, y ni siquiera hab�a conseguido verla
desnuda, ten�a que idear algo. Una noche como tantas en las que no pod�a dormir
a causa de la calentura, sub� a la cocina a beber algo de leche. Pero al pasar
por delante de la puerta de su habitaci�n, la tentaci�n fue demasiado fuerte,
sab�a que Toni estaba trabajando pues ten�a turno de noche, as� que no pude
resistirme y entr� sigilosamente. Ya hab�a o�do comentar que ten�a el sue�o
pesado, de todas formas era mejor tomar precauciones, encend� la l�mpara que no
se reflejaba en su rostro y retir� con mucho cuidado la s�bana. �Dios m�o!
�estaba preciosa! S�lo llevaba puesto un conjuntito blanco de raso con pantal�n
corto y tirantes. Me acerqu� y, sobre la prenda, toqu� el mel�n de mis sue�os,
notaba claramente su pez�n, me hice m�s audaz y comenc� a introducir la mano
lentamente por el escote hasta que por fin consegu� apoderarme de la joya de mis
fantas�as. Me dej� llevar por la emoci�n y hubo un momento en que lo apret� con
cierta fuerza entre mis dedos, pero ella s�lo vari� un poco su posici�n,
coloc�ndose completamente boca arriba. Comprend� que, si no se hab�a despertado
con aqu�l tremendo pellizco, se me abr�a un maravilloso mundo de posibilidades,
pues su sue�o era m�s pesado de lo que imaginaba. Obviamente mi polla se alegr�
enormemente con las noticias.


Ahora, al tenerla boca arriba, pude retirar la camisetita por
encima de sus pechos y jugar libremente con los pezones de mi adorados melones.
Tambi�n ten�a acceso a su rajita, apartando el pantal�n corto del conjuntito
hacia un lado, por lo que incluso me permit� saborearla con mi lengua, aunque me
asust� un poco cuando se revolvi� a causa del abrazo de mis labios sobre su
cl�toris, as� que decid� no tentar mi suerte y no ir m�s all�. Eso si, dej� que
mi erecta y ansiosa polla acariciara sus excitados pezones, e incluso coloqu� la
punta en sus entreabiertos labios, tal gesto ya no lo pudo resistir, por lo que
tuve que retirarla apresuradamente antes de que la tremenda eyaculaci�n que
sobrevino dejara huella sobre su rostro. No fui del todo r�pido y las primeras
gotas se depositaron al lado de la comisura de sus labios, permanec� unos
instantes contemplando su bello rostro adornado con mi semen antes de proceder a
limpiarlo.


En los d�as siguientes continu� mis visitas nocturnas a su
habitaci�n, llegando incluso a grabarla en v�deo o a colocar la punta de mi
polla en su entradita. Pero eso no me bastaba, necesitaba m�s, necesitaba verla
gozar conscientemente ante mis ataques, no s�lo sus reacciones de sorpresa ante
los roces de mis r�pidas manos en sus pechos o su trasero, que por cierto cada
vez eran m�s audaces.


La oportunidad me sobrevino una noche en que le pregunt� a
Carmen por alguna pomada para aliviar un fuerte dolor cervical con el que hab�a
regresado del trabajo. Mi novia volvi� a estar muy oportuna porque le contest�
que a ella le pasaba a veces, y que yo se los aliviaba con un masaje. Por
supuesto, me mostr� encantado de aliviar su dolor, y Alba, si bien en principio
se mostr� reticente, termin� aceptando, pensando quiz�s que la presencia de
Carmen frenar�a mis impulsos, as� que se tumb� en nuestra cama, al lado de
Carmen, mientras yo cog�a la pomada en el ba�o.


Pero Carmen nos dio la espalda y se puso a leer un libro, por
lo que dej� el camino allanado para mis maniobras.


Acababa de ducharse y llevaba puesta una camiseta y un
pantal�n largo de pijama por debajo de la bata, as� que sub� la camiseta y
comenc� con el masaje. Esta vez no me anduve con muchos pre�mbulos y retir� un
poco el pantal�n y su braguita hacia abajo, hasta ver el comienzo de la rayita
de su trasero, pero mis manos no se detuvieron en esa frontera, avanzaron por
dentro de su prenda �ntima, amasando sin consideraci�n sus dos cachetes,
llegando a rozar su agujerito posterior. En un momento dado le ped� que se
apoyara sobre los codos, sin ninguna intenci�n terap�utica por supuesto, pero le
expuse una excusa sobre la posici�n de los hombros que acept�. Comenc�
masajeando muy suavemente la zona de los hombros para, r�pidamente, dirigir mis
manos hacia sus melones, hasta conseguir atraparlos. Apret� los brazos contra
sus costados y gir� la cabeza para dedicarme una mirada de protesta con la cara
sonrojada, pero no dijo nada. Sus enormes melones descansaban sobre mis manos y
ten�a sus pezones atrapados entre los dedos �ndice y coraz�n. Como hab�a dejado
caer su cuerpo, no me permit�a mucha movilidad, pero no era importante, lo
importante era que �ten�a agarrados sus pezones, estaba consciente y no dec�a
nada! No es que lo aceptara, desde luego, pero le preocupaba mucho m�s decir
algo y que Carmen se diera cuenta, por lo que decidi� aguantar estoicamente.
Not� como aquellos deliciosos fresones se pon�an duros entre mis dedos, y
comenc� a estimular mi polla sobre su trasero, roz�ndola suavemente, cuando
sent� que me llegaba el momento de la eyaculaci�n, liber� la puntita del ch�ndal
y del slip para descargar sobre su espalda desnuda, despu�s retir� por fin mis
manos de su dulce cautiverio para untar mi semen sobre su espalda, era una buena
forma de ocultarlo y adem�s la dejaba impregnada de mi: s�lo esta idea me bast�
para volver excitarme.


Pero en esos momentos Carmen levant� la vista del libro, he
inici� una charla intrascendente con Alba sobre mis cualidades como masajista,
por lo que tuve que seguir con mi masaje, ahora si, de forma terap�utica. Cuando
di por finalizada la sesi�n y coloqu� bien su camiseta, Alba se levant�
apresuradamente y abandon� la habitaci�n. Pose� a Carmen regode�ndome en la idea
de que la hab�a dejado untada con mi semen, sab�a que acudir�a r�pidamente a
ducharse de nuevo, pero no importaba, estando ella consciente hab�a amasado sus
pechos, la hab�a untado con mi semen, y, lo m�s importante: su resignada
aceptaci�n abr�a para mi todo un mundo de posibilidades.


Semanas m�s tarde acompa�� a Carmen y a Alba de compras.
Fuimos a unos grandes almacenes muy conocidos. Ellas quer�an comprar algo de
ropa y yo, por supuesto decid� acompa�arlas. Eligieron algunas prendas y nos
encaminamos a los probadores. Carmen se prob� primero un vestido que le quedaba
demasiado peque�o y fue a ver si pod�a encontrar una talla m�s, y entr� Alba en
el probador. En aqu�l momento no pude resistir la tentaci�n: saber que el objeto
de mis sue�os m�s h�medos estaba desnud�ndose y s�lo me separaba una cortina
activ� todos mis instintos m�s bajos. Asom� la cabeza por la cortina cuando
estaba s�lo con la ropa interior puesta, sac�ndose el pantal�n por los pies por
lo que tard� un poco en percatarse de mi intromisi�n. Llevaba un conjunto de
ropa interior de encaje de color azul cielo, al estar agachada de espaldas su
maravilloso trasero apuntaba directamente hacia mi, mientras que sus enormes
melones colgaban como fruta madura.


Me implor� ansiosamente que cerrara la cortina, pero not� que
miraba hacia fuera por encima de mi cabeza, por lo que deduje que le daba p�nico
que la vieran desde fuera. Obedec�, pero me introduje hacia adentro. Suplic� que
me fuera, pero eso era algo que ni mucho menos estaba dispuesto a hacer,
simplemente le alegu� que para salir tendr�a que descorrer la cortina de nuevo,
adem�s ya la hab�a visto en ba�ador. Segu�a frente a mi, sujetando el vestido
que se iba a probar para cubrirse cuando oimos la voz de Carmen al otro lado de
la cortina pregunt�ndole si a�n no se hab�a probado el vestido. En esos momentos
su �nimo se torn� en aut�ntico p�nico y procedi� a apresurarse a ponerlo: me
qued� muy claro que no iba a descubrirme por lo que me aprovech� de la
situaci�n.


Me acerqu� por la espalda a subirle la cremallera,
aprovechando para depositar mis manos sobre sus nalgas y amasarlas, mientras
sal�a apresuradamente del probador por temor a que Carmen asomara la cabeza. El
hecho de que mi novia estuviera fuera no hac�a m�s que incrementar mi morbo y su
p�nico.


Como era un traje de noche y se le notaban mucho los tirantes
del sujetador, Carmen le insisti� que entrara a sac�rselo para ver como le
sentaba realmente. Se neg� al principio, pero percat�ndose de lo absurdo de la
negativa sin descubrir mi presencia en el interior, tuvo que entrar a retirarlo.
Por descontado que la ayud� sin ser requerido: baj� la cremallera, solt� el
sujetador y, sin retirarlo, pas� mis manos por sus costados, amasando los
melones y proporcion�ndole un delicioso pellizco sobre sus enormes pezones,
mientras ella retiraba la prenda. Volv� subir la cremallera y me dispuse a
esperar tranquilamente a que volviera a mi sujetando la polla, que ya se
mostraba encantada con el premio que le estaba aguardando.


Mientras estaban fuera, Carmen le pregunt� por mi, y Alba le
dijo que me hab�a ido a la planta de caballeros. Al rato, mi novia se fue a otro
probador libre, y Alba entr� de nuevo, esta vez permaneci� quieta, resignada a
su destino. Proced� a retirarle el vestido y directamente comenc� a estrujarle
sus pechos, pellizcando y retorciendo sus pezones, hasta ponerlos completamente
duros, mientras Alba susurraba: "no por favor, no por favor". Sab�a que ten�a
que apresurarme porque pronto Carmen la reclamar�a, a�n as� no pod�a dejar de
aprovechar la oportunidad de probar aquellos deliciosos fresones por lo que
acarici� con mi lengua cada uno de ellos, despacio, sabore�ndolos lentamente,
mientras mi mano se introduc�a por dentro de su braguita hasta acariciar su
rajita. Abandon� resignadamente el para�so para permitir que se vistiera ya que
ten�a corroborar su coartada desapareciendo de all�.


Me percat� al abandonar el probador de que, en mis manejos,
la cortina se hab�a desplazado un poco, y fuera hab�a un se�or de unos 55 a�os
mirando con evidente rostro de excitaci�n hacia nuestro probador. En ese momento
mi polla volvi� a sentir una tremenda sacudida, por lo que la dej� unos
instantes la cortina bien abierta para que el pobre hombre pudiera disfrutar de
la desnudez de mi reina de la lujuria.


Mientras me alejaba precipitadamente, iba reflexionando sobre
mi tremendo descubrimiento: realmente no me esperaba que me excitara tanto que
otro hombre viera desnuda a Alba, esto abr�a much�simo mi abanico de
posibilidades de disfrute.


Cuando regresamos a casa, yo tuve que detenerme a realizar
algunos recados que ten�a pendientes. Al entrar por fin en casa, ellas estaban
prob�ndose la ropa que hab�an comprado en nuestra habitaci�n. No se percataron
de mi llegada por lo que pude o�rlas mientras comentaban.


En ese momento pasaron por mi mente las im�genes de Alba
desnuda o en ropa interior, por lo que mi polla volvi� a reaccionar
autom�ticamente. Esper� escuchando el momento oportuno tras la puerta, para
irrumpir en la habitaci�n. Cuando entr�, Alba ten�a puesto un fin�simo y
transparente body negro, con forma de tanga por la parte de abajo, y , al tener
ella la piel tan blanca, destacaba much�simo m�s. Hip�critamente ped� perd�n
pero no sal�, con la excusa de que un zapato me estaba haciendo da�o, permanec�
en la habitaci�n mientras Alba, colorada como un tomate, se apresuraba a ponerse
un vestido.


Carmen coment� entre risas:"Mira tu el aprovechado que raci�n
visual se est� pegando". Este comentario distendi� el ambiente y relaj� a Alba,
que ya ten�a el vestido puesto, por lo que, aunque ya me hab�a sacado los
zapatos, permanec� en la habitaci�n dando mi opini�n sobre las adquisiciones.
Ahora le tocaba a Carmen probarse un vestido que le ven�a muy justo en las
tetas, por lo que aprovech� para agarr�rselas por detr�s y comentar que con ese
vestido no necesitaba sujetador, no se le mov�an nada, las dos rieron mi broma,
estaba logrando el clima que quer�a. As� que vi una oportunidad propicia, me fui
a la cocina r�pidamente a preparar unas copas cargadillas con la secreta
intenci�n de caldear el ambiente. Mi verdadera intenci�n era emborrachar a
Carmen e introducirla en el juego, a esas alturas ya sab�a que si Carmen
aceptaba podr�a aprovecharme de Alba, ya que no protestar�a.


Con el alcohol y los sobeteos que le met�a a Carmen consegu�
calentarla, por eso s�lo se ri� cuando, aprovechando que Alba se hab�a probado
un falda, puse mis dos manos en sus maravillosas nalgas para ratificar que le
sentaba muy bien y no le hac�a demasiado culo como comentaban ellas. Tambi�n
Carmen tuvo una reacci�n parecida cuando, para ratificar que una blusa no era
demasiado transparente, aprovech� para agarrarle una teta con las dos manos,
ajustando la prenda al cuerpo. Carmen s�lo se re�a y me llamaba aprovechado,
mientras Alba permanec�a pasiva y sonrojada, esto me anim�, por le que introduje
mi mano por dentro de su blusa para demostrar lo indemostrable: realmente era
demasiado transparente, tanto que estaba seguro de que Alba no se atrever�a a
ponerla sin una camiseta y un sujetador por debajo como m�nimo. Eso si, no
retir� mi mano sin un pellizco prolongado de uno de sus enormes pezones, y
confirmar que comenzaba a sentirse algo excitada, ya que estaba duro como una
piedra.


Para poder seguir avanzando en mis intenciones, y como se
encontraban las dos algo calientes adem�s de borrachas, suger� que se probaran
tambi�n la ropa interior que se hab�an comprado. Alba opuso algo de resistencia,
pero acab� aceptando ante mis argumentos de que ya la hab�a visto en ropa
interior mientras se estaba probando la otra y tras la promesa de que yo no
mirar�a mientras se la pon�a (promesa que, por supuesto, no pensaba cumplir).


Carmen se prob� primero un conjunto de braga y sujetador de
encaje malva, que la verdad es que le sentaba bastante bien, ajustadito y
dejando casi libres sus pezones por la parte de arriba, como para poner con un
vestido muy escotado (no pude resistirme y le liber� los dos pezones con mis
dedos, al mismo tiempo que le propinaba un prolongado beso).


Ahora Alba se probaba un conjunto de color esmeralda de tanga
y sujetador (obviamente, aunque al principio me gir�, no pude evitarlo y me di
la vuelta justo cuando ella estaba de espaldas introduciendo el tanga por las
piernas). Por la parte de delante era tan escueto que se le escapaban algunos
ricitos del pubis. Carmen coment� entre risas que para pon�rselo ten�a que
depilarse, yo no pude evitar agarrar de forma fugaz uno de sus rebeldes ricitos
mientras lo corroboraba. Naturalmente, medio en broma, y m�s que nada para
tantear las reacciones de ambas mujeres, me ofrec� a depilarla yo mismo.


Carmen, al encontrarse ya bastante caliente y algo bebida se
lo tom� muy bien, solo coment� en broma: "mira tu el pill�n, ya no le llega
trabajarse solamente mi lindo co�ito", pero Alba en principio se neg� en
rotundo: aparte de mostrarme a mi esa parte de su anatom�a, no sabr�a c�mo
explic�rselo a Toni, su novio. Pero Carmen volvi� de nuevo en mi ayuda,
dici�ndole que era m�s higi�nico y m�s c�modo por la transpiraci�n corporal con
el calor, aparte de que podr�a ponerse ba�adores claros y bragas muy peque�as,
como el tanga que llevaba. "Obviamente, las razones higi�nicas son las que
tienes que esgrimirle a Toni" concluy�.


"Adem�s, mira que bien le queda a Carmen", dije mientras le
bajaba a esta las bragas. Era mi modo de argumentar razones est�ticas. Alba
parec�a turbada por la imagen, mir� durante unos instantes el co�o depilado de
Carmen fijamente, y retrocedi� titubeando hasta sentarse en la cama mientras yo
comenzaba a acariciarlo con una mano para garantizar la total colaboraci�n de mi
novia por medio de una enorme calentura.


En esos momentos, con la polla ya a punto de reventar, no
estaba dispuesto a parar, as� que me aproxim� a ella y volv� a sujetar los
ricitos que le sobresal�an del tanga y argument� que si quer�a s�lo le cortar�a
esos, que no necesitaba depilarlo totalmente como Carmen, que podr�a darle
diversas formas (he de decir que aprovechaba para dibujar con mis manos las
distintas formas de depilaci�n sobre su pubis, a�n cubierto con la tanguita.
Alba s�lo murmuraba, cada vez de forma m�s d�bil he de decir, que no pod�a ser,
que era demasiado, pero permanec�a quieta, sentada en la cama e incluso me
pareci� percibir que comenz� a aflojar la tensi�n de sus, hasta ese momento,
herm�ticamente cerradas piernas, lo cual era se�al de su inevitable entrega.


No me tuve que preocupar de los aperos necesarios, pues
Carmen ya hab�a ido al ba�o a buscar todo lo que nos hac�a falta. La sent� al
borde de la cama sobre una toalla y proced� a retirarle el tanga, lo hice
despacio, con solemnidad, disfrutando intensamente de la visi�n de aqu�l co�o
tan ambicionado. Comenc� a humedecerlo, paseando mi mano mojada en agua por toda
su extensi�n, disfrutando de cada caricia, para posteriormente, empezar a
recortarlo con unas tijeritas. Extend� la espuma acariciando aquella hermosa
almeja y proced� a afeitarla con mucha delicadeza.


Carmen se hab�a tumbado a su lado con las caderas a la altura
de su cabeza y la acariciaba Consol�ndola al mismo tiempo que le indicaba lo
bien que quedaba, mientras llevaba una de las manos de Alba hacia su co�o
desnudo. "toca, ver�s que suave" dijo mientras pasaba la mano de su amiga sobre
sus labios vaginales, estaba tan caliente que comenz� a masturbarse, pero con el
dedo de Alba.


Ver su mano acariciando el co�o de mi novia increment� mi
excitaci�n hasta tal punto que tuve que tener extremo cuidado de no cortarla en
una zona tan delicada, tirando con firmeza de sus labios vaginales y de su
cl�toris para tensar su piel al afeitar los pelos que rodeaban esas zonas.
Realmente me sent�a como un cocinero esmer�ndose en la preparaci�n de un plato
delicioso para recibir mayor placer al degustarlo, por lo que control� mi
impaciencia para saborear aqu�l suculento manjar.


Cuando por fin termin� de aclararlo, me qued� unos instantes
contempl�ndolo fascinado. Era realmente hermoso, finalmente hab�a decidido
dejarle un poquito de vello en forma de coraz�n en el pubis, estaba a�n algo
h�medo de agua y de sus fluidos. No pude aguantar m�s y mi lengua, como una
aut�mata se abalanz� sobre �l con avidez, recorriendo cada pliegue de sus labios
vaginales, enrosc�ndose en su cl�toris.


�Aparta glot�n! �d�jame ver como ha quedado!. Era Carmen
quien me interrump�a. Aunque en un principio me molest�, poco a poco descubr�
que me gustaba ver como mi novia apreciaba aqu�l plato que acababa de cocinar,
por lo que liber� mi tranca y, mientras contemplaba la escena, comenc� a
acariciarla.


Me situ� al lado de su cabeza, acercando la punta de mi polla
a sus labios. Alba los manten�a apretados, no estaba dispuesta a acoger en su
boca mi ya anhelante capullo. Pero en un momento en el que la lengua de Carmen
le arranc� un suspiro, empuj� y logr� introducirla. Su lengua parec�a tener una
pelea con mi polla por el espacio, y mis dedos comenzaron a liberar sus pezones
y a jugar con ellos. Despu�s de pugnar un ratito, dej� de pelear y comenz� a
chupar mientras Carmen le arrancaba un tremendo orgasmo. Yo tambi�n eyacul� en
su boca: el semen le qued� esparcido en su cara, rodeando la comisura de sus
labios. Carmen se aproxim� y comenz� a recogerlo con su lengua, alegando que le
pertenec�a, que era de su novio, �Incluso lo retir� de dentro de su boca!.


La dejamos marchar gimoteando avergonzada mientras Carmen
volv�a a animar mi satisfecha polla para llevarse ella tambi�n su bien ganado
orgasmo. He de se�alar que no le cost� mucho animarme, pero la imagen que ten�a
en mi mente era la del co�o de Alba, irresistible y, sobre todo, ya decorado a
mi antojo. Lo �nico que me molestaba era tener que compartir ese manjar con el
cornudo de su novio.


Ella se pas� toda la semana siguiente evit�ndome, siempre
estaba acompa�ada por alguien en mi presencia, no com�a en casa y cando
regresaba lo hac�a acompa�ada de Toni, su novio, que, para mi desgracia, esa
semana ten�a el turno de d�a en el trabajo y dorm�a con ella. Atreverme a volver
a entrar a hurtadillas en su cuarto con aqu�l maromo segurata durmiendo al lado
era un riesgo que mi salud no me permit�a asumir, por lo que me tuve que
conformar con alg�n pellizco r�pido y aislado a sus pezones o a sus nalgas y con
poseer salvajemente a Carmen todas las noches, como un modo de paliar un poco
mis irrefrenables deseos de poseer a Alba por fin.


Ya al final de la semana, el domingo, Alba, Raquel y Carmen
hablaron de ir a la playa. Sab�a que si me apuntaba yo, Alba se excluir�a con
cualquier excusa, sin embargo para mi era una oportunidad perfecta pues Toni
ten�a que hacer horas extra en el trabajo. El d�a anterior, en la cena, dej� muy
claro que yo no pod�a ir pues ten�a que visitar a unos compatriotas, por lo que
Alba no tuvo ning�n inconveniente en apuntarse, e incluso habl� de atreverse a
llevar un bikini que su novio le hab�a regalado.


Como supondr�n, mis compatriotas todav�a me estar�n
esperando: las dej� irse y esper� ansioso una hora en casa haciendo tiempo para
seguirlas. Cuando llegu� a la playa en cuesti�n, me pas� una hora m�s
recorri�ndola, sin ver rastro de las tres chicas. Ya casi estaba a punto de
regresar a casa con el rabo entre las piernas cuando me acord� de que Carmen me
hab�a llevado una vez a una peque�a cala, s�lo separada por unas rocas de esta
playa, que sol�a estar semivac�a pues era de dif�cil acceso.


Me encamin� presuroso con la corazonada de que las
encontrar�a all�. Era l�gico, supongo que la propia Alba la sugerir�a como lugar
ideal para estrenar por primera vez un bikini en p�blico: era mucho m�s
tranquila, y nunca se aventuraban los mirones de playa, que ten�an un mar de
carne en topless al otro lado para disfrutar.


Efectivamente, la cala estaba ocupada �nicamente por ellas y
una pareja mayor con un enorme perro negro de raza indefinida. Alba palideci� un
poco cuando se percat� de mi presencia. Aunque Carmen y Raquel hac�an topless,
por supuesto yo s�lo ten�a ojos para ella. Llevaba puesto un bikini verde con
dos triangulitos que eran generosos en descubrir carne de sus enormes tetas por
los tres lados, y que por supuesto, no pod�an disimular del todo sus enormes
pezones. La parte de abajo, sin ser tanga, era un tri�ngulo que pugnaba por
introducirse en su canalillo, y la parte delantera hace dos semanas hubiera
mostrado los bordes de la mata de pelo que le recort�.


A�n as�, hac�a lo posible por no quedar a mi disposici�n, por
Carmen no me importaba, pero no suced�a lo mismo con Raquel. Ni siquiera pude
tocarla para ponerse bronceador porque ya estaba embadurnada, me ten�a que
conformar con mirarla y disimular mi incipiente erecci�n. Carmen sugiri�
tomarnos una ba�o, pero Alba dijo que no ven�a porque sab�a que Raquel no se
pod�a ba�ar. Al final yo si me apunt� s�lo para aflojar un poco mi calentura con
el agua de mar.


Pero el hambre agudiza el ingenio: urd� un plan para
conseguir pillarla separada de sus amigas. Sab�a de su afici�n por el agua,
compartida con su novio, y hab�a notado que a ella le apetec�a ba�arse, s�lo se
lo imped�a mi presencia, por lo que la soluci�n era ausentarme. Tra�a un termo
con agua dentro de la mochila, pero no les hab�a comentado nada a ellas, por lo
que me ofrec� sol�cito para ir a comprar a un chiringuito de la otra playa un
poco de agua fresca: mi plan era esperar agazapado en las rocas a que Alba se
encaminara al agua y regresar s�bitamente fingiendo haberme olvidado del termo.


Apenas tuve que esperar un minuto desde que desaparec� de la
vista de las chicas para que Alba se levantara, y adem�s sola. Regres�
r�pidamente, murmur� la consabida excusa y fing� algo de sofoco por haber subido
las rocas bajo aquel implacable sol, as� que me encamin� al agua a refrescarme,
acompa�ado de alg�n que otro comentario gracioso de las otras chicas referente a
mi memoria.


Estaba nadando despacio a unos 10 metros del se�or mayor, ni
siquiera se percat� de mi presencia hasta que me encontraba casi al lado, por lo
que, cuando quiso darse cuenta, la consegu� asir por las caderas debajo del
agua. Al principio forceje� t�midamente, pero dej� de hacerlo cuando se percat�
de que el se�or mayor miraba hacia nosotros (su sentido de la verg�enza volv�a a
jugar a mi favor). Ante su pasividad, mis manos pudieron entrar dentro de su
bikini y comenzar a estimular su cl�toris para preparar el terreno a lo
inevitable.


Fue muy sencillo apartar el bikini y comenzar a penetrarla
desde atr�s, situ�ndome entre sus piernas. Por primera vez mi pene se encontraba
alojado en el lugar que m�s hab�a ansiado desde que hab�a llegado a Espa�a, su
fuerza y dureza alimentada por la espera era algo que no pod�a controlar ni
siquiera la frialdad del agua del oc�ano.


Ella permaneci� muda en los primeros instantes pero su rostro
debi� de comenzar a reaccionar a la penetraci�n porque el se�or mayor, que
estaba nadando, comenz� a acercarse t�midamente hacia nuestra posici�n, con un
gesto claro de curiosidad. Cuando estaba apenas a unos cinco metros de nosotros
decid� premiar al mir�n: apart� los triangulitos de su bikini y me apoder� de
sus pezones con mis dedos. Me era m�s inc�modo sujetarla por las tetas, pero
merec�a la pena, s�lo por ver la cara de placer que ten�a nuestro mir�n ante tal
espect�culo, incluso le sonre� p�caramente y lo invit� con la mirada a que se
aproximara un poco m�s, lo hizo, pero cuando estaba a escasos 2 metros se detuvo
con temor tras mirar hacia donde se encontraba su se�ora.


El vejete me sorprendi�, pues una vez que hube eyaculado y
cuando ya comenzaba a regresar hacia la orilla, se aproxim� a ella y se apoder�
de sus pezones, apartando los tri�ngulos que los proteg�an y comenz� a tirar de
ellos con cierta violencia mientras le comentaba: "�No me podr�s negar este
placer, tras el espect�culo que me acabas de dar verdad zorra?" Mi fij� en la
arena, y su mujer se hab�a tumbado d�ndonos la espalda.


Tras este intenso contacto la solt� y sigui� tranquilamente
su camino, mientras Alba se apresuraba hacia la compa��a salvadora de sus amigas
y yo permanec�a en el agua, relaj�ndome y disfrutando de esos instantes de
felicidad.


A mediod�a, decidimos buscar el refugio y la sombra de las
rocas, al fondo de la playa, para comer. Tras una copiosa comida, todos nos
amodorramos un poco, pero Alba se qued� decididamente dormida. Habr�a pasado una
media hora cuando Carmen me pidi� que la acompa�ara a alg�n chiringuito a
comprar m�s agua, pues se nos hab�a acabado. Pero se ofreci� Raquel a
acompa�arla ya que le apetec�a dar un paseo.


El hecho de volver a estar a solas con Alba hizo que mi verga
volviera a reaccionar autom�ticamente. Esper� un rato a que se alejaran para
volver a aproximarme a ella. Estaba tumbada, dormida de medio lado, d�ndome la
espalda. Me acerqu� y le baj� el bikini por la parte de atr�s, dejando al aire
sus n�veas y hermosas nalgas. En sue�os, movi� un poco sus piernas, por lo que
pude apreciar su delicioso co�o desde atr�s, entre sus muslos, as� como el
agujerito de su ano. Comenc� a gozarlo, contempl�ndolo y acarici�ndolo muy
suavemente hasta lograr humedecerlo un poco. En esos momentos siento unos pasos
ligeros sobre la arena me giro y ya casi a mi lado estaba el perro negro de los
vejetes.


Me separ� un poco de Alba, con movimientos muy lentos para no
excitar al enorme chucho y comenc� a rezar en mi interior por una llamada de sus
amos, tanto para alejarlo de nosotros por la amenaza que supon�a, como para
poder seguir jugando con mi tesoro.


Lo que sucedi� a continuaci�n si me dej� paralizado, pues la
enorme bestia comenz� a olisquear tranquilamente la descubierta almejita de la
dormida Alba. Debi� parecerle apetitoso el manjar que se le ofrec�a pues, acto
seguido, procedi� a pasar su enorme y sonrosada lengua por la parte de su co�ito
no protegida con sus muslos, con movimientos r�pidos, casi nerviosos. Estaba
fascinado con la escena, nunca hasta esos momentos hab�a sentido inter�s por la
zoofilia, pero la escena que estaba contemplando: el delicioso co�o de Alba
siendo profanado por la lengua de aqu�l chucho asqueroso estaba haciendo, de una
forma incomprensible para mi, que me sintiera enormemente excitado. Pero no s�lo
a mi, el vejete, que al parecer hab�a seguido a su perro hasta las rocas, estaba
tambi�n contemplando la escena al lado de la roca que nos cobijaba del resto de
la playa igual de fascinado que yo y, por lo que se pod�a apreciar en su
ba�ador, igual de excitado.


Alba comenz� a suspirar y, en sue�os todav�a, se movi� hasta
quedar tumbada completamente boca arriba. El chucho no tard� mucho en cambiar su
posici�n en intent� acceder a su manjar desde la parte delantera, pero esta se
hallaba todav�a cubierta por el bikini, lo que supon�a una barrera para seguir
teniendo acceso a su men�. Pero su due�o, ignorando completamente mi presencia,
acudi� en su ayuda y, tras acariciar brevemente la cabeza del animal, procedi� a
bajar tambi�n por delante el bikini de Alba. El perro impaciente, se apresur� a
volver a recorrer de nuevo su rajita con la lengua.


Las caricias de la rugosa lengua del animal eran ahora tan
impetuosas que Alba se despert�, pero permaneci� quieta, paralizada por el
terror. El vejete procedi� entonces a retirar completamente la parte de abajo de
su bikini, para poder separar un poco sus piernas. Ahora, desde mi posici�n de
mir�n privilegiado, pod�a apreciar, como la lengua del perro se introduc�a entre
sus labios vaginales, e incluso como jugaba con su cl�toris mientras el viejo,
tras despojarse de su ba�ador, se sent� sobre el vientre de Alba, le retir� la
pieza que le quedaba del bikini, y comenzaba a estrujar sus tetas y a pellizcar
sus deliciosos pezones mientras recorr�a con su lengua, al igual que su mascota,
su cuello y su rostro. En un momento dado, situ� su ya endurecida polla entre
las tetas de Alba y aproxim� la punta a su boca, incit�ndola a probarla,
mientras sus manos amasaban la abundante carne de sus mamas sobre su miembro,
sin olvidarse eso s�, de estimular su sensibles pezones pasando los pulgares
sobre ellos. En principio sus labios sellados rechazaban ser profanados por
aquel miembro, mientras el viejo golpeaba sobre ellos con su punta con
movimientos de su cadera y ordenaba insistentemente: "venga puta, chupa", pero
el trabajo de su mascota en el co�o comenzaba a dar sus frutos y Alba comenz� a
no poder reprimir los gemidos de placer que le estaba provocando por lo que tuvo
que abrirlos, cosa que aprovech� el viejo para lograr al fin introducir la polla
en su dulce boca.


Me embargaron sentimientos contradictorios mientras
contemplaba como Alba (ahora ya con igual inter�s que el chucho en su co�o)
lam�a y chupaba la polla del vejete: por un lado no quer�a aceptar que fuera la
polla de aqu�l viejo la primera que follaba la boca de la dulce Alba (pues
estaba seguro que el cornudo de Toni no hab�a tenido tal privilegio), pero por
otro, la escena que se estaba desarrollando a dos metros de mi era tan
tremendamente excitante que decid� no interrumpirla y disfrutarla masturb�ndome.
Adem�s en esos momento pens� para mi que me quedaba todav�a el consuelo de ser
el primero en follarla por el agujerito de su ano.


El viejo solt� un gru�ido gutural tan sonoro que pens� que
iba alertar a su esposa y eyacul� dentro de su boca, cuando llevaba ya Alba
repetidos orgasmos, arrancados y saboreados por el chucho. Procedi� a ponerse de
nuevo el ba�ador y se alej� llamando al animal. Alba se qued� tumbada y
transpuesta en la misma posici�n, se ve�a hermosa, muy hermosa, como una hembra
satisfecha. No pude reprimirme y me aproxim� a ella, polla en mano, para
depositar tambi�n mi carga de semen sobre su boca, que ella sabore� con su
lengua, mezclada eso si, con la del viejo.


En vista de que no reaccionaba, me aproxim� a ella y proced�
a colocarle de nuevo su bikini, justo un minuto antes de que llegaran Raquel y
Carmen. Obviamente su mente en esos momentos estaba llena de sentimientos
contradictorios: en su fuero interno ten�a que reconocer que hab�a gozado como
nunca antes lo hab�a hecho en su vida, pero esa idea chocaba frontalmente contra
todas sus convicciones �ticas y morales. Se pas� el resto de la tarde como
ausente, en trance, las chicas desde luego tambi�n lo notaron y se interesaron
varias veces por su estado, se excus� con el cansancio


Al atardecer, cuando decidimos marcharnos de la playa pues
empezaba a refrescar, Carmen y Raquel deseaban ir a tomar algo a alg�n local,
pero Alba se encontraba anormalmente cansada y s�lo quer�a irse a casa a dormir.
Fui r�pido en dar con la soluci�n: suger� que yo llevar�a a Alba a casa, pues
tambi�n estaba algo agotado y que se fueran ellas a tomar algo. A las dos les
pareci� bien mi plan y Alba, que segu�a en su trance particular, meditando sobre
todo lo que acababa de vivir, no dijo nada, as� que esa fue la soluci�n que
adoptamos.


El viaje pudo suponerle alg�n serio contratiempo a la
furgoneta de la florister�a o incluso a nuestra salud, pues mis manos y mis ojos
se escapaban continuamente hac�a el fabuloso cuerpo sentado a mi lado, mientras
ella permanec�a impasible a mis manejos, realmente lleg� a preocuparme en serio
por alg�n instante tanta pasividad, al menos esperaba de ella una leve
resistencia inicial a mis acosos, como otras veces. Esto pod�a ser signo tanto
de la conquista de su voluntad por mi parte como de haberle causado un trauma
serio, pero apart� pronto de mi mente los buenos sentimientos sobre su salud.
Cuando tuve que realizar una maniobra brusca para no colisionar con otro coche,
decid� que era mejor circunscribir estos manejos a los sem�foros cerrados. En
esos momentos aprovechaba par introducir mis manos bajo su falda hasta acariciar
sus fabuloso co�o, o en su escote, para entretener mis dedos jugueteando con sus
lindos pezones, mientras ella no mudaba para nada su actitud impasible.


En un sem�foro en el que nos coincidi� parar al lado de tres
chicos en un todoterreno, aprovech� para mostrarles su rajita, levantando su
falda y apartando el bikini. Disfrutaba viendo la excitaci�n de los tres chicos
y su miradas de envidia, estaba seguro de que cualquiera de ellos dar�a un brazo
por ser el que estuviera en mi lugar, pero, mientras introduc�a un dedo en su
lindo co�ito, les demostraba que era yo el que pose�a el este fabuloso tesoro.
Esto incrementaba mucho m�s mi excitaci�n.


Este sentimiento fant�stico de poseerla y lucirla, como con
un hermoso coche, que despertaron los tres chicos del sem�foro hizo que me
acordara de mis compatriotas. Cuando d�as atr�s les hab�a comentado mis avances
con Alba me hab�an tratado de fanfarr�n. La conoc�an de vista y no se pod�an
creer que una chica como ella permitiera que un muerto de hambre como yo la
tocara. Adem�s de resta�ar mi orgullo herido, iba a gozar tremendamente
luci�ndola ante ellos.


Llam� y entramos, en casa estaba Lucho, un barrigudo
cuarent�n que se ganaba la vida trabajando como jornalero en los campos y se
pasaba el resto de sus d�as ociosos tomando, como ahora mismo; su hijo Rony, de
17 a�os, que estudiaba secundaria y hacia trabajos ocasionales de vez en cuando;
Pedro, un indio de 20 a�os que tambi�n trabajaba de jornalero y Daisy, una negra
que trabajaba de camarera (y sospecho que de algo m�s, aunque ella lo negaba, en
un club de carretera).


La present� con un escueto: "esta es Alba", y esta s�lo dijo
hola y nos sentamos en el sal�n a charlar. Mientras Alba permanec�a callada,
habl�bamos de temas intrascendentes de nuestras vidas, pero notaba claramente
que, sobre todo los 3 hombres, no apartaban su mirada de la chica. Como para
corroborar lo que les hab�a contado, puse una de mis manos sobre uno de sus
muslos comenc� a acariciarlo lentamente, mientras segu�a hablando. Poco a poco
fui subiendo su falda hasta que todos pod�an ver claramente la braguita verde de
su bikini. Era fabuloso comprobar sus at�nitas caras de asombro y excitaci�n:
obviamente ya les hab�a demostrado que no fanfarroneaba, y adem�s, la visi�n que
les estaba proporcionando se empezaba a notar el los bultos de sus pantalones.


Cuando Alba se levant� al ba�o, Lucho se sent� a mi lado en
el sof� y me coment� bajando un poco la voz para que ella no pudiera oir: "As�
que es cierto cabr�n �Te la tiraste!". Lleno de vanidad y de orgullo le contest�
que no s�lo me la hab�a follado, sino que la ten�a a mis pies, como mi putita.


Cuando Alba volvi�, Lucho se apresur� a acercarse a un lado
para hacerle sitio entre los dos en el sof�, de modo que a ella no le qued� m�s
remedio que sentarse en la plaza que quedaba libre. Seguimos charlando sobre el
d�a de playa y les coment� que a Alba la hab�a cogido un poco sol, y aprovech�
para soltar un bot�n m�s de su blusa, mostrarles su escote y separar un poquito
uno de los triangulitos del bikini, hasta casi mostrar el pez�n, para que
pudieran comprobar el contraste del tono de piel. Ella se revolvi� un poco, se
volvi� a sonrojar pero no dijo nada, en cambio Lucho abri� los ojos como platos,
no pudo reprimirse y llev� la mano hacia el otro pecho para hacer la misma
comprobaci�n.


"Es cierto chicos, adem�s de un poco m�s blanca, se nota la
diferencia de temperatura", dijo, introduciendo su mano dentro del triangulito
de su bikini y acariciando su deliciosa teta. Alba se movi� un poco nerviosa ,
agitada, su cuerpo mostr� protestas por el abuso pero no dijo nada, permanec�a
callada, sonrojada y sin fuerzas par oponerse.


Mientras Lucho pas� su brazo por su espalda hasta poder
apoderarse de su otro pecho, Rony y Pedro se levantaron de sus sillas,
completamente empalmados, y se acercaron para poder contemplar mejor la
"diferencia de tono". Lucho acab� de desabrocharle su blusa, alz� el bikini, y,
mientras sus manazas jugueteaban con sus pezones coment� con sorna: "Tiene unas
bonitas y firmes tetas se�orita Alba, deber�a tomar el sol sin bikini para que
no le quedaran estas marcas"


Daisy, que contemplaba la escena sentada en frente y
realmente excitada coment�: "Anda Lucho, comprueba si es cierto que esta zorrita
se dej� depilar el conejo por Hugo".


"Claro, mamita" Pas� su pierna por la espalda de Alba,
situando a mi diosa entre su piernas y, asomando las cabeza y sus manos por un
lateral, alz� del todo su falda hasta la cintura y retir� hacia un lado la
braguita de su bikini, dejando a la vista de todos la deliciosa rajita de Alba,
decorada con el pubis por mi recortado en forma de coraz�n. "Mirad chicos, es
cierto, el cabronazo de Hugo se prepar� un suculento platito para comer".


Comenz� a acariciar sus labios y a meter y sacar uno de sus
dedos en su rajita. Mientras tanto, Rony y Pedro se hab�an situado a cada lado,
apoder�ndose cada uno de los pezones de Alba en sus bocas, succionando con
energ�a de los mismos, mam�ndola con verdadera ansia.


Yo mientras tanto, me hab�a retirado un poco, permaneciendo
como un espectador privilegiado de la escena, disfrutando realmente de lo que
ve�a, sin importarme para nada que estuvieran disfrut�ndola de ese modo. Ve�a a
Alba como un juguete � mi juguete- que le hab�a prestado a mis amigos para jugar
un rato, como qui�n presta su flamante deportivo a un amigo para que lo pruebe,
compruebe toda su enorme potencia y prestaciones, y que �ste sepa lo afortunado
que es uno por poseer tan magn�fico coche. Me sent�a extasiado, tanto por la
escena tremendamente excitante que contemplaba, como por restregarles mi
posesi�n.


Lucho coment� que ya comenzaba a estar jugosita. Daisy no
pudo aguantar m�s y exlam�: "anda, d�jame probar", se levant� de su asiento, se
situ� entre las piernas de Alba y comenz� a comerle como toda una experta el
co�ito. Al mismo tiempo Lucho se puso de pi� sobre el sof�, sac� su polla y se
la introdujo a Alba en su dulce boquita, entreabierta por los m�ltiples suspiros
que le arrancaba Daisy, que beb�a de sus jugos con avidez.


Alba le mamaba la polla a Lucho con avidez, sac�ndola de vez
en cuando para pasar su lengua por sus test�culos. Mientras tanto, Rony y Pedro
hab�an sacado tambi�n las suyas y se masturbaban con sus deliciosas colinas,
rozando las puntas contra sus oscuros y endurecidos pezones. Lucho, cuando se
percat� de que estaba a punto de irse, apart� a Daisy de la rajita de Alba y se
situ� entre sus piernas, penetr�ndola de forma brusca, s�lo tuvo que empujar
unas cuatro o cinco veces para comenzar a vaciarse dentro de Alba. Pedro
mientras tanto, se dio prisa en ocupar el lugar de Lucho y comenz� a descargar
una tremenda corrida en la boca de Alba. Poco m�s tarde Rony tambi�n se corr�a
sobre sus tetas.


Daisy, cuando comprob� que esta vez no iba a ser ella la
alimentada por la leche de Lucho, se aproxim� a mi, jal� mi ba�ador hacia abajo
y comenz� a saborear mi polla a punto de reventar. Mientras tanto yo contemplaba
extasiado a mi joya, el objeto de todas mis fantas�as, empapada en sudor y el
semen de mis amigos, con el gesto algo desencajado, pero entregada al placer,
evidentemente satisfecha de haber gozado el mejor orgasmo de su vida.


Lucho la volte�, le arranc� la braguita del bikini, separ�
sus nalgas y comenz� a introducir el dedo en el agujerito de su ano, para
comenzar a dilatarlo. En ese mometo reaccion�, y lo apart� bruscamente: "�p�rate
compadre! Ese agujero a�n no lo disfrut� yo" "est� bien, el privilegio es tuyo,
me conformar� con el de Daisy".


Me situ� a su espalda y comenc� a introducir lentamente mi
m�stil en su culito, empujando y disfrutando cada cent�metro, mientras ella
intercalaba gemidos de dolor y de placer. Al mismo tiempo Rony, que volv�a a
estar empalmado, le situ� su miembro en los labios y comenz� a follarla por la
boca, tirando de su cabeza mientras exclamaba: "Chupa zorra, chupa". Daisy se
acerc� y comenz� a chupar sus pezones mientras era penetrada por Lucho.


E de reconocer que antes de conseguir penetrarla del todo no
pude aguantar m�s y vaci� en su culo la mayor corrida de mi vida, me sent� a un
lado en el sof� mientras contemplaba como Alba saboreaba sin dejar escapar ni
una gota la nueva corrida de Rony.


Nos limpiamos un poco, nos vestimos y mis compatriotas me
despidieron suplic�ndome que regresara pronto y trajera mi juguete. En el
trayecto de vuelta a casa, Alba se durmi� r�pidamente, evidentemente agotada,
pero con un gesto notoriamente satisfecho en su rostro. Mientras tanto yo
rememoraba en mi mente las calientes escenas de este fant�stico d�a, plenamente
feliz por el dominio que hab�a conseguido sobre la mujer de mis sue�os, y
fantaseando sobre nuevas perversiones que podr�a disfrutar con ella.


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Relato: La Historia de Hugo
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