-Si quer�s llamarlo as�, yo lo llamar�a "asistencia social en
el rubro sexo" �dijo sonriente Elena.
-Escuchame, �vos cobras para coger? �Jacinta no sal�a de su
asombro.
-Me extra�a Jacinta, �vos crees que con el misero sueldo que
gano puedo mantener esta casa, comprarme ropa e irme de vacaciones todos los
a�os?
-Pero eso esta mal
-Si, pero peor esta no poder vivir. Yo deb�a plata, hubiera
tenido que vender esta casa en la que viv� toda mi vida y a la que mis viejos
adoraban�.
Comenzaron una discusi�n sobre, lo moral, sobre lo bueno y la
malo, lo correcto e incorrecto�
-Todo lo que quieras, pero pens�, �cuanto pod�s ganar como
dom�stica? Eso lo pod�s ganar con abrir las piernas cuatro dias por mes, lo que
consigas los otros veinte es pura ganancia. C�sar entra en una etapa donde
necesita mucho, estudiar no es barato, sobre todo si quer�s darle una buena
carrera.
-�Pero con que cara le digo, toma esta camisa que mama compr�
despu�s de echarse un polvo y cobrar?
-Si llega a ser necesario el te ama y te comprender�.
Simple y pr�ctica Jacinta se plante� que coger iba a seguir
cogiendo, porque le gustaba y su naturaleza lo necesitaba, despu�s de todo �que
diferencia hab�a en que te mantuviera un marido y un ocasional amante? y por
sobre todo estaba decidida a que su hijo tuviera una vida diferente a la que
tuvo ella, as� que tom� la decisi�n de al menos intentarlo.
Elena le present� algunos de sus amigos deseosos de alternar
y estos a su vez la fueron recomendando, ya que era muy buena en la cama, y al
poco tiempo se encontr� con una clientela cuidada que prove�an a su cuenta un
volumen de dinero que la hac�a sentir tranquila en cuanto a su futuro y al de su
hijo.
Como es l�gico ten�a sus preferencias. El cliente m�s
valorado era Ezequiel, un joven comerciante, muy lindo chico y muy bien dotado,
que cumpl�a con exceso las necesidades de Jacinta y que adem�s era tan divertido
que la hac�a reir con la misma intensidad que la hac�a acabar.
Ella se enamor� de Ezequiel y en apariencias era
correspondida. Cuando se lo coment� a Elena esta, con cierta sabidur�a, le dijo.
-Ezequiel es magn�fico, tambi�n es uno de mis preferidos me
encanta echarme un polvo con �l, pero pens� como lo conociste, para �l sos una
puta, muy valorada por cierto, con la que goza y paga por eso y por mas que
hagas, siempre vas a serlo. Yo te dir�a que es preferible conservan un buen
cliente y no ganar un mal marido que nunca se va a olvidar de tu pasado.
Jacinta ten�a en mucha consideraci�n los consejos de Elena y
sigui� este como lo hab�a hecho con muchos otros.
Pas� el tiempo sin grandes sobresaltos y actualmente Jacinta
es una mujer espl�ndida al borde de los cuarenta a�os en la plenitud f�sica de
la madurez, respetada por todos conozcan o no su actividad y sobre todo, por su
hijo, ya encaminado en la vida y que cuando sinti� curiosidad por lo que hac�a
su madre, ella se lo explico con total claridad. En un principio le doli� pero
luego la comprendi� porque la amaba entra�ablemente. Muchas veces cuando alguien
le dec�a hijo de puta, el contestaba y orgulloso de serlo.
Con ese panorama y el respaldo de cierto capital,
inteligentemente invertido por consejo de algunos clientes expertos en finanzas,
interiormente Jacinta se planteaba la posibilidad de retirarse y dedicarse un
poco a su vida. Hab�a ampliado su espectro de intereses y ten�a ganas de
desarrollarnos m�s profundamente, sobre todo la pintura, gusto adquirido con
Miguel un pintor con el que ten�a torridos encuentros sexuales y entre los
cuales se entreten�a haciendo garabatos sobre una tela.
Casualmente volv�a de un encuentro con �l, agotada como
siempre por la inagotable vitalidad nunca satisfecha con nada.
Decidi� tomar un taxi para llegar m�s r�pido a su casa.
Habitualmente no era de entrar en conversaci�n con los choferes porque enseguida
se daba cuenta que ellos con su olfato descubrian su condici�n y trataban de
conseguir sus favores.
No sinti� eso con el chofer de hoy y decidi� que el trayecto
ser�a m�s ameno conversando con una persona que le resultaba, a priori, bastante
interesante. Charlaron de la actualidad, del tiempo y de los hijos.
-No lo vayas a tomar como un atrevimiento, pero normalmente a
esta hora como algo, �no quer�s cenar conmigo, si es que no ten�s otro
compromiso?
Jacinta acept� gustosa, porque se sent�a atraida por �l.
Comieron unas pizzas y siguieron charlando animadamente.
-Carlos, te quiero aclarar que soy puta �dispar� de golpe
Jacinta.
-�A s�? Yo soy ingeniero, �por que me lo dec�s?
-Porque me estas gustando mucho y quiero, si pasa algo, que
todo est� clarito.
-Que suerte que te gusto porque vos a m� tambi�n me gustas.
Fueron a la casa de �l que viv�a s�lo desde que se hab�a
separado.
Se echaron un polvo memorable, desde la muerte de Adolfo ella
nunca hab�a sentido lo mismo con ning�n hombre.
A pesar que Miguel la hab�a agotado se rehizo r�pidamente y
respondi� con generosidad a todas las propuestas de Carlos. Se chuparon mutua y
ardientemente, ella saboreo el pedazo duro de �l simultaneamente a sentir su
lengua en el cl�toris y en la vagina mientras iba de paso a introducirse en su
ojete. Sinti� la alegr�a de su concha mientras la sent�a entrando y saliendo en
toda su magnitud. Goz� plenamente el cuidadoso trabajo que realiz� en su ojete,
relajandol� suavemente primero con un dedo, para seguir aumentando la cantidad
hasta que lo sinti� receptivo de su poronga y pacientemente se la introdujo toda
bombeandosel� hasta explotar dentro de �l toda su carga de semen blanco y
espeso. Jacinta sinti� a trav�s de todo el tiempo que dur� el polvo,
innumerables orgasmos que la llevaron a un plano impensado de placer, a pesar de
toda su experiencia.
Durmieron agotados y al despertar repitieron, corregida y
aumentada, la cogida de la noche, con la �nica variente de que ahora Carlos
volc� su leche en una boca sabia y ansiosa que hizo todo lo necesario para
lograrlo.
Ha medida que su relaci�n con Carlos se iba estabilizando,
fu� suspendiendo sus citas hasta terminar dedicandos� en plenitud s�lo a �l.
Elena se alegr� cuando le dijo que se iba a vivir con �l,
ella tambi�n consideraba que Carlos era un excelente hombre y que la quer�a
realmente sin importarle en lo m�s m�nimo lo que ella hab�a hecho hasta el
momento en que lo conoci�.
El que tambi�n vi� con regocijo la desici�n de Jacinta, fu�
su hijo que compart�a con Carlos su pasi�n boquense y su amor por las
matem�ticas.
Jacinta sinti� que por fin, hab�a logrado en su vida la
tranquilidad animica que necesitaba desde su infancia.
Sexualmente esa tranquilidad se traduc�a en una intensa
actividad, casi adolescente, que hac�a que tanto Carlos como ella, tuvieran
siempre una sonrisa en sus labios y una brillantez esplendida en los ojos.
Esta historia acab�.