Est�bamos como muchas otras veces a punto de empezar a
trabajar, era jueves por la tarde, empezaba a anochecer. Ella llevaba una falda
azul un poco arriba de las rodillas, amplia y con un poco de vuelo. Era uno de
esos d�as en que transpiraba sensualidad por cada uno de sus poros. Pero como
antes, el hecho de ser media hermana de mi esposa me deten�a.
Sin embargo all� la ocasi�n se dio, sin buscarla. Ten�amos
las computadoras en la mesa, acababa de limpiar todo y estaban desconectadas,
ella tomo un texco y se recargo en la mesa mientras yo bajaba a conectar. Al
estar haci�ndolo, mientras platic�bamos, volv� la vista a donde ella estaba, y
tuve frente a mi una vista maravillosa de sus piernas, sin poder evitar
acercarme un poco m�s, con el deseo m�s intenso despertando en mi, con ganas de
aspirar su aroma y pasar mi lengua por la parte trasera de sus rodillas, donde
se le forman esos dos peque�os hoyuelos que siempre me han excitado�
Pero no, ella acabar�a mand�ndome al carajo, as� que solo me
acerque un poco, a menos de diez cent�metro de su piel, me asome por debajo de
su falda� y pude admirar el mullido colch�n de su vientre la blancura de su
panty de algod�n, el tri�ngulo de su delicioso co�o�
As� estuve unos segundos, con la erecci�n m�s grande que
hab�a tenido desde hace mucho. Sal� de debajo de la mesa y continu�
�trabajando�.
Ella empez� a escribir en la compu, cruzando sus piernas y
poniendo encima de ellas el libro que estaba ocupando. Yo me sent� a su lado y
le dije: Angie, hay d�as en que transpiras sensualidad por cada uno de tus
poros�
- �porqu�? �dijo ella. Mientras mi erecci�n no bajaba, Y
continu� trabajando.
Entonces me dijo que no encontraba algo en el libro, as� que
me acerqu� a ayudarle. Empec� a hojearlo sobre sus piernas, mientras pasaba una
y otra hoja, aprovechaba para rozar su pierna con mis dedos, cuando cre� haber
encontrado lo que buscaba, empec� a explicarle el tema. Aun hoy no recuerdo lo
que le dije, seguro solo invent� algunas tonter�as. Y mientras le explicaba, mi
mano segu�a sosteniendo el libro y encima de su pierna. Mov� un poco el libro y
bajo su falda ligeramente, poniendo entonces mi mano en contacto con su piel
desnuda� Est�bamos solos, pero en cualquier momento podr�a llegar alguno de los
compa�eros.
Puse mi mano en su hombro, y sin dejar de admirar sus
piernas, luchando contra los prejuicios y los miramientos morales, alcanc� a
separarme de ella� pero la hoguera hab�a empezado a arder.
Le dije, voy a cerrar porque est� haciendo fr�o. Ella no dijo
nada y continuo trabajando.
Al poco tiempo dijo que necesitaba imprimir, as� que me puse
debajo de la mesa para conectar la impresora, admirando nuevamente sus bien
torneadas piernas. Y ya no pude salir
Avanc� un poco y mientras segu�a conectando, puse mi mano
sobre los dedos de sus pies, llevaba unas zapatillas de tititas y tac�n de
aguja, que resaltaban m�s su trasero cuando caminaba. Dej� all� mi mano,
sintiendo la suavidad y el calor de su piel, y fui subi�ndola lentamente, hasta
sus tobillos. Ella no se movi� ni dijo nada, as� que continu� acariciando sus
pantorrillas, sus rodillas. Como pude me arrodill� frente a ella y levante un
poco su falda, empezando a besar sus piernas, sus rodillas�
Por hoy debo irme, estoy en un ciber y est�n a punto de
cerrar� si te ha gustado mi relato no dejes de seguir la continuaci�n. Puedes
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