Relato: El pene de mi primo (1)





Relato: El pene de mi primo (1)


POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO


EL PENE DE MI PRIMO.


�Hola, que tal!


Despu�s de 25 a�os, me decido a escribir mis primeras
experiencias sexuales, que no creo sean muy distintas, a las de otras muchas
personas, pero animado por la lectura de varios relatos por Internet, quiero
ahora compartirlas, con aquellos que se dignen leerlas.


Tenia unos 15 a�os, mi relaci�n con uno de mis primos, desde
chicos, siempre hab�a sido muy especial. Todo lo hac�amos juntos, viv�amos en
una poblaci�n de unos cien mil habitantes, situada en el centro de nuestro pa�s,
Espa�a. Por la cercan�a de nuestros domicilios, manten�amos visitas casi a
diario. Crecimos juntos, nos conoc�amos muy bien, pas�bamos muchos ratos
agradables.


Cuando llego nuestra pubertad empezamos a descubrir juntos
tambi�n nuestros deseos irrefrenables. Mir�bamos libros de pintura y todas
aquellas publicaciones que ca�an en nuestras manos que pudieran mostrarnos
cuerpos desnudos.


En una ocasi�n, mi primo, buscando material, encontr�
revistas, que su hermano mayor, que estudiaba farmacia en Granada, ten�a a buen
recaudo. La visi�n de las mismas fue el detonante, para nuestra primera corrida.
Bueno, si digo la verdad, yo fui el �nico que se masturbo, en dicha ocasi�n.


Fue la primera vez que nos ve�amos nuestros miembros, me
quede un tanto acomplejado ante el arma de mi primo. Creo que el no lo hab�a
hecho nunca, pues se me quedo mirando. A mi me hab�a iniciado, el salido del
barrio.


Un d�a, a otro primo y a mi, nos dijo, -pasad a mi portal-
nos ense�o el pito y se masturbo un poco, pregunt�ndonos, si nosotros lo
hac�amos, a lo que respondimos que si, lo que en mi caso era mentira, pero por
la noche en mi cama tuve mi primera erecci�n buscada, pues ya en otras
ocasiones, me hab�a despertado con el pito tieso y los calzoncillos pringados.


De ni�os, durmiendo en casa de nuestra abuela, ya sentimos la
curiosidad de ver nuestros aparatos, bajo las sabanas, pero no paso de una mera
curiosidad de ni�os.


Pero no se, si me excitaban mas las fotos, o el pene de mi
primo.


Era tremendo, largo y gordo, de esos, que de tan tiesos, se
dan con el ombligo.


Apenas si se le ve�a la punta del capullo, pese a tenerla
tiesa, luego supe que tenia fimosis. No como la polla del vecino del barrio, que
aparec�a con un glande brillante y tremendo, totalmente descubierto.


Siempre que nos qued�bamos solos, busc�bamos las revistas,
que ya estaban viejas de tanto verlas, y nos paje�bamos.


Era tanto nuestro deseo de conocer nuestros cuerpos, que a la
m�s m�nima oportunidad dej�bamos al otro, porque era mutuo, ver nuestra minga.


�


Un d�a que sus padres sal�an a cenar fuera, el les pidi�, que
me quedara a dormir en su casa, parece que lo vivo de nuevo, no ve�amos el
momento de quedarnos solos.


Los dos sab�amos lo que quer�amos, pero no lo que iba a
suceder.


No perdimos tiempo, y tras despedir a sus padres, subimos a
su cuarto. Nos pusimos los pijamas, yo, uno que el me dejo. La tensi�n se
respiraba. Ninguno daba el paso.


Entre los dos ideamos un juego, para tener la excusa de
vernos totalmente desnudos.


Cada uno deb�a elegir una prenda u objeto, que tras un baile
excitante dejar�a, para mostrarse al otro. Los bailes fueron penosos, pero lo
que busc�bamos, se produjo, vernos totalmente desnudos.


Yo esperaba en la habitaci�n, el apareci� con un albornoz,
del que se desprendi�, tras un baile insinuante, dej�ndome ver su cuerpo.


Por mi parte, aparec� con un sombrero colgado de mi pene, ya
erecto, que tras una torpe actuaci�n tire al suelo, para quedar delante de el
con un gesto de deseo.


Que duras las ten�amos. La m�a es tambi�n larga pero no tan
gorda, me preocupo, que estuviera un poco torcida y en vez de mirar tiesa para
arriba, se curvara hacia abajo. Luego he podido comprobar que no hay dos
iguales.


Terminamos ambos, echados en la misma cama boca abajo, muy
cerca el uno del otro, parec�amos desear tener contacto f�sico, un roce, que
liberara nuestros perjuicios.


Abrimos una revista, que no sin apuro hab�amos adquirido, ya
que las de su hermano, las ten�amos muy vistas y estaban tremendamente manchadas
del semen de nuestras corridas.


Si est�bamos excitados, las revistas nos terminaron de
calentar. Por aquellos a�os, mas que revistas de desnudos, se trataba de,
p�simos reportajes de actuaciones en cabaret.


Apenas se pod�an ver unos pechos al aire o alguna nalga tras
unas tupidas medias de malla. Pero nosotros esa noche, sin confesarlo, nos
ofrec�amos nuestros cuerpos desnudos, nuestras nalgas, y nuestras formas
perfectas, de j�venes.


Nos importaban poco las fotos, era la situaci�n la que nos
congestionaba.


Nuestros cuerpos casi se tocaban, nuestros penes contra el
colch�n, quer�an atravesarlo.


Cuando baje mi brazo, no se si intencionadamente, o por la
cercan�a de su cuerpo, lo roce, el se sonri� y no dijo nada.


Yo no pude resistir, y pese a la educaci�n recibida, empec� a
acariciar su espalda. Mi pulso no era firme, temblaba, me pod�a m�s el deseo que
lo que pudiera pasar.


No sabia cual iba a ser su reacci�n.


Fue la que yo esperada y de alguna forma present�a, tambi�n
me acaricio con mucha dulzura.


Nuestras miradas nunca eran directas a los ojos, creo
tem�amos terminaran de delatar nuestra condici�n en ese momento.


Recorr�amos alternativamente nuestras espaldas, con miedo de
tocar, m�s halla de la cintura. Observ�bamos nuestros cuerpos y sonre�amos, nos
gustaba ver nuestras nalgas, apenas con bello, la perfecci�n de su redondez, la
tersura de su piel.


Fue un paso importante, el tocar nuestros cuerpos, nos
produjo a ambos una eyaculacion, que termino en la colcha de la cama, que
limpiamos como pudimos para no ser descubiertos. Nuestra libido bajo y dormimos
placenteramente.


�


Al d�a siguiente, ninguno toco el tema. Ten�amos muchos
perjuicios, siempre hab�amos o�do a nuestros familiares, hablar de los maricones
como seres perjudiciales, depravados, a los que pr�cticamente se deb�a de
eliminar y aunque no sab�amos como calificar lo sucedido, ten�amos miedo, a
tener dicha inclinaci�n.


Lo cierto es que cada vez que pod�amos, volv�amos a
procurarnos placer y nos gustaba hacerlo juntos. Aunque nos limit�bamos a unas
masturbaciones r�pidas, sin tocarnos.


Cada d�a que pasaba, parec�a esper�bamos el tener otra
oportunidad, no nos lo dec�amos, pero ambos lo dese�bamos. La le�era del chalet
donde viv�a, era en muchas ocasiones lugar para un r�pido desahogo, pero, pas�
mucho tiempo, para tener algo m�s que unas pajas r�pidas.


Todo llega, y llego el verano.


Por su buena situaci�n econ�mica, mi primo pasaba con su
madre todo el verano en un chalet en primera l�nea de playa. Mi familia, no
pod�a permitirse el lujo, por lo que en mas de una ocasi�n, yo, pasaba alguna
semana con mi primo. �l, ten�a con quien jugar, pues su hermano, solo bajaba
junto con su padre, los fines de semana, al deberse al negocio familiar, y yo,
disfrutaba como un enano.



Aquellas noches de verano, con el susurro del mar incansable,
los cuerpos con poca ropa, las chicas y chicos de nuestra edad que conocimos,
nunca las podr� olvidar, disfrutamos, arriesgamos, descubrimos, jugamos en una
palabra, tal como deb�a ser siempre el sexo, un juego sin perjuicios.


Una noche, tras cenar con su madre, nos fuimos pronto a su
cuarto, en el que ambos dorm�amos, so pretexto de leer unos tebeos nuevos, que
hab�amos comprado, esa misma tarde, en el pueblo cercano. Su madre, marcho con
una vecina, a charlar un rato, aprovechando el fresco de la noche.


Mi primo, estaba viendo los comics, tumbado en la cama, solo
llevaba puestos unos calzoncillos, yo entre en el cuarto, tras lavar mis
dientes, y le comente, si le gustaban m�s los tebeos o las revistas que ve�amos
en su casa. El me dijo, no hay color, pero aqu� no las tenemos, pues me dio
miedo meterlas en el equipaje, por si mi madre las descubr�a.


Yo que estaba bastante cargadito, pues llevaba varios d�as
sin pajearme, le dije, -pues yo quiero guerra, que te parece si montamos otro
numerito entre nosotros para ponernos cachondos y poder dormir. Me contesto, si,
pero te toca empezar a ti. Le dije -vale, pero con tu colaboraci�n.


Le comente que necesitaba que se lavara bien el culo, que
quer�a experimentar algo nuevo. El marcho al ba�o, volviendo en un instante,
como su madre lo trajo al mundo.


Yo lo esperaba tumbado en mi cama y le dije, -�chate, lo de
la limpieza es por esto, me puse de rodillas en la cama, inclin�ndome sobre su
l�nea �nter gl�tea, y comenc� a pasar la punta de mi lengua. Cada vez que
pasaba, profundizaba mas en ella, el no protestaba, aunque nunca hab�amos hecho
nada parecido. Al rev�s �vido por el contacto de mi lengua, separaba sus
cachetes, con sus manos, para que pudiera acceder a su ano. El hab�a empinado
algo su culo, que gracias a Dios no tenia apenas vello.


Yo me hab�a pajeado en alguna ocasi�n, introduciendo un dedo
en mi ano y hab�a obtenido unas corridas muy satisfactorias, por lo que pens�,
que pod�a gustarle a �l.


Se puso a mil, fue entonces cuando le acaricie su orificio
con mis dedos, introduciendo lentamente, primero uno, luego dos, y hasta tres.


El tomo su herramienta y comenz� a menearla, no paso mucho
tiempo, eyaculo, pues se hab�a excitado mucho, cuando lam� sus test�culos y la
zona que los separa del ano, que no se porque, pero es muy er�gena.


Cuando mejor estaba el asunto, y por turno me tocaba a mi,
o�mos, por casualidad, como cerraban las puertas de la terraza. Era mi t�a que
volv�a, tuvimos que dejarlo, ah�, pero el tema promet�a, pues hab�amos dado un
paso importante.


Esa noche me tuve que machacar, yo solo, intentando hacer
poco ruido, recordaba como se hab�a puesto mi primo y llegue f�cilmente al
orgasmo.


Alguien puede pensar, vaya par de maricas, yo pienso, que
solo nos quer�amos dar placer, que nos conoc�amos de toda la vida, que ten�amos
confianza, yo no lo amaba y el a mi tampoco, solo quer�amos disfrutar, y no
ten�amos unas t�as a mano, ni por el momento, �ramos lo suficientemente
lanzados, como para abordar a chicas de nuestra edad, adem�s, una t�a que te
lama el culo, o la pagas o tienes que pasar mucho tiempo convenci�ndola, estoy
hablando, de una sociedad poco liberada, en la que las relaciones
prematrimoniales eran escasas y muy mal vistas, sobre todo en provincias.


Al d�a siguiente, sonriendo le comente que me deb�a una. El
me contexto sin detenerse a pensar, estoy deseando devolverte el favor. Fue la
mejor corrida de toda mi vida.


Desayunamos y salimos a pasear por la orilla, que era una de
nuestras actividades favoritas.


En la actualidad seria imposible, pues ya esta todo s�per
edificado y no queda ning�n trozo de playa virgen, pero entonces, cuando se
terminaban los chales, antiguas casas de pescadores, ten�amos para nuestro
disfrute, una gran extensi�n, que permanec�a solitaria, y mas, a primeras horas
del d�a.


Pase�bamos junto al rompiente, sobre una arena blanca y fina,
cuando me dice, ven tras las dunas que te quiero pagar mi deuda. Yo lo segu�, a
los adentros de la amplia playa, en los que, el capricho del viento, formaba
peque�as dunas de arena, que se adentraban en una pinada. Si la zona ya era de
por si solitaria, las dunas y los �rboles la hac�an todav�a mas. No sab�a con
que moneda saldar�a su deuda, pero confiaba en que me producir�a mucho placer.


Cuando hab�amos recorrido unos cincuenta metros, se sent�
tras un arbusto, sobre la fina arena, que por la temprana hora, aun tenia una
temperatura ideal.


Me dice, -bajate el ba�ador, yo obedezco sus instrucciones,
quedando frente a �l, con mis partes a la altura de su cara. No tienes ganas, me
dice, pues mi pene, permanec�a inalterado, sin aparente deseo de guerra, yo le
contexto,-an�mame.


Mi sorpresa fue, que agarro mi pene, lo descapullo, y sin
pensarlo dos veces se lo meti� en la boca. Para mi, sentir la suavidad de su
lengua, el calor de su boca, la presi�n de sus labios y la lubricaci�n de su
saliva, fue una experiencia maravillosa. No tengo que decir, que se me puso como
el cuello un cantaor, gordo, con las venas a punto de estallar. No tarde en
eyacular en su boca, se trago todo mi semen, sin decir, esta boca es m�a. La
verdad es que me pago tan bien, que moralmente, cre� que ahora era yo el deudor.


�


�


Nuestra sorpresa fue que, no lejos de all� nos espiaban dos
chicas amigas y vecinas, delataron su presencia, al dejar escapar unas risas.


Ahora si que la hemos cagado, pensamos, -Ir�n diciendo que
somos maricones, que nos lo hacemos juntos, o vete tu a saber que.


Que hacemos, intentamos hablar con ellas, nos vamos
corriendo, la situaci�n era s�per estresante, pues entender o explicar nuestros
juegos, a alguien que no nos conoc�a �ntimamente, era como intentar pedirle
peras al olmo.


Todo se resolvi�, cuando, sin tapujos se nos acercaron, sin
dejar de re�r, pero con cara de complicidad.


Aunque nunca hab�an visto lo visto, por la relaci�n que
exist�a entre ellas, pod�an imaginar lo que pasaba entre nosotros.


Volvimos a la orilla, juntos los cuatro seguimos paseando,
ellas durante todo el camino, nos relataron como tambi�n se daban la una a la
otra todo el placer que el despertar al sexo les iba descubriendo.


Mi primo y yo, no sal�amos del asombro, escuchando las
palabras que alternativamente pronunciaban, parec�an desear el compartir todos
sus secretos. Eran conocidas para nosotros, mas para mi primo, pues veraneaban
en el mismo lugar hace muchos a�os. Pero nunca pod�amos sospechar que entre
ellas existiera dicha relaci�n tan intima de amistad. El habernos visto les daba
la seguridad para poder contar sus experiencias, como hab�an ido descubriendo
sus partes intimas, sus lugares m�s er�genos, etc.


Tengo que decir, que desde aquel d�a, siempre fuimos juntos
los cuatro y aparte de los paseos y los ba�os de sol y mar, nos dimos tambi�n a
nivel sexual.


Descubriendo a cada momento las maravillas tan placenteras
que se pueden dar un hombre a una mujer, una mujer a otra mujer y un hombre a
otro hombre.


/ continuara /.


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